A veces, lo que parece ser un remedio puede resultar peor que la enfermedad. Al menos así parece en el caso de los nuevos productos “sustitutos” del tabaco, que se venden como una solución para que millones de personas dejen de fumar, pero pueden representar un grave riesgo para la salud.
La lucha contra el tabaco es un cuento de nunca acabar. A pesar de los esfuerzos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), los altos aranceles impuestos a tabacaleras y las restricciones gubernamentales en algunos países respecto a su uso y consumo, el camino aún es largo.
Desde hace algunos años, hemos sido testigos de cómo los cigarrillos electrónicos y los productos de tabaco calentado (PTC) han venido ganando terreno, con lo que su uso se ha normalizado peligrosamente en adolescentes y adultos jóvenes influenciables por las nuevas tendencias.
Recientemente la FDA catalogó los PTC como productos de bajo riesgo, lo que abrió nuevamente el debate sobre las consecuencias respecto a la exposición prolongada a estos productos.
Aunque las tabacaleras argumentan que el riesgo de cáncer de pulmón y otras enfermedades relacionadas al consumo de tabaco es mínima respecto a cigarrillos convencionales, la comunidad científica internacional parece no estar de acuerdo.
No solo porque no existe evidencia científica real que respalde esta postura, fuera de los realizados por las tabaqueras; quienes históricamente han manipulado cifras y reportes. Sino porque además muchas personas que utilizan estos dispositivos no abandonan el cigarrillo convencional, lo que constituye un doble consumo y aumenta los factores de riesgo.
Productos de tabaco calentado
Los IQOS son aparatos que permiten el calentamiento de un cigarrillo de tabaco prensado y produce la pulverización de nicotina. Estos dispositivos, calientan el tabaco a 300ºC y no a 800ºC como ocurre con el cigarrillo convencional. Por lo que, en teoría produce menos sustancias tóxicas para el fumador.
Sin embargo, en los estudios presentados por la principal empresa que distribuye este tipo de producto, Phillip Morris International, sólo se analizaron 48 de las 93 sustancias dañinas reconocidas por la FDA. Y estudios independientes encontraron que además adicionaron por lo menos 56 sustancias que podrían ser potencialmente nocivas.
Aún así, los IQOS no producen combustión ni humo, por lo que el aerosol no impacta negativamente en la calidad del aire; por lo que se supone que no impacta a fumadores pasivos.
Cigarrillos electrónicos
Por su parte, los e-cigarettes no contienen tabaco. En su lugar, usan soluciones a base de propilenglicol, glicerina saborizantes, y algunas sustancias potencialmente tóxicas como el diacetil, las cuales pueden o no contener nicotina.
Estos aditivos son más irritantes y perjudiciales que los encontrados en los cigarrillos convencionales. Además, se han encontrado restos de diferentes metales como cadmio, níquel cobre, plomo, aluminio y otros químicos cancerígenos.
El problema con estos dispositivos es que son bastante económicos y casi cualquier persona puede comprar uno. Aunque en Ecuador, los cigarrillos electrónicos están sujetos a la misma legislación que los demás productos de tabaco y no pueden suministrarse a menores de 18 años.
Aún así, son muy populares entre los jóvenes que lo ven como un símbolo de estatus sin el estigma social que conlleva declararse fumador en una sociedad que condena y quita cada vez más espacio a los fumadores.
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