Según la OMS, las sustancias psicoactivas o drogas psicoactivas, son sustancias que al ser tomadas pueden modificar la conciencia, el estado de ánimo o los procesos de pensamiento de un individuo. La dependencia de sustancias es un trastorno que involucra los sistemas motivacionales del cerebro, ya que su función es producir comportamientos y pensamientos; los trastornos cerebrales son susceptibles de producir síntomas conductuales altamente complejos, principalmente relacionados con los efectos de las drogas sobre el mismo.
La dependencia no se había reconocido previamente como resultado de un trastorno cerebral, de la misma manera que a las enfermedades psiquiátricas y mentales. Pero con los avances actualizados en neurociencias, se establece que la dependencia es un desorden del cerebro al igual que muchas otras enfermedades neurológicas o psiquiátricas. Las nuevas tecnologías e investigaciones proporcionan una forma para visualizar y medir los cambios en las funciones del cerebro, desde los niveles molecular y celular, hasta los cambios en los complejos procesos cognitivos que ocurren con el uso de sustancias, a corto y largo plazo. Dependiendo de la vía de administración, las sustancias pueden tener un efecto especialmente intenso, aunque en altas concentraciones algunas de ellas son letales.
Encima del cerebro posterior está el mesencéfalo o cerebro medio, que contiene dos zonas sumamente importantes para la dependencia de sustancias. El área tegmental ventral (ATV) es rica en células dopaminérgicas, y se proyecta a las regiones del sistema límbico y el lóbulo anterior. El ATV se vincula con los estímulos que son críticos para la supervivencia, alimentación y reproducción. Sin embargo, muchas drogas psicoactivas también ejercen poderosos efectos sobre esta zona del cerebro, la cual contribuye al desarrollo de la dependencia, señalando que las sustancias psicoactivas son muy importantes desde una perspectiva motivacional. La proyección dopaminérgica del ATV al núcleo accumbens o estriado ventral se conoce como sistema mesolímbico dopaminérgico, y es el sistema neurotransmisor más fuertemente implicado en el potencial productor de dependencia de las drogas psicoactivas. Otra notable estructura del cerebro medio es la sustancia negra, que también posee proyecciones dopaminérgicas hacia el lóbulo posterior, encargadas de la coordinación y ejecución de movimientos del cuerpo. La degeneración de neuronas en la sustancia negra produce los síntomas característicos del mal de Parkinson.
Muchas de estas sustancias son utilizadas como medicación. Los sistemas médicos occidentales y de otro tipo reconocen la utilidad de estas sustancias como medicación para aliviar el dolor, ayudar al sueño o a la lucidez y aliviar desórdenes del estado de ánimo. Actualmente, la mayoría de las medicaciones psicoactivas están restringidas al uso por prescripción médica, mediante un sistema de recetas para generar farmacodependencia.
A la luz de los descubrimientos neurocientíficos, se sabe cada vez más que los trastornos del uso de sustancias son similares a muchos otros trastornos, en el sentido de que poseen determinantes biológicos, psicológicos y sociales. A groso modo se plantean algunas alternativas para reducir la carga de la enfermedad y discapacidad asociada con el uso de sustancias tales como:
- Es posible que los futuros avances en la neurociencia produzcan modificaciones genéticas que alteran la susceptibilidad al uso o la dependencia de clases particulares de sustancias, aunque estos avances parecen en la actualidad muy distantes.
- Si un tratamiento neurocientífico demuestra ser efectivo, tendrá implicaciones éticas y equitativas.
- Uso coercitivo de un tratamiento farmacológico o de una inmunoterapia contra drogas.
Actualmente no existen intervenciones farmacológicas preventivas para las farmacodependencias, y si se desarrollaran es muy probable que resulten bastante polémicas.[1]
[1] (OMS, 2005)
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