- De acuerdo con la OMS, una mujer o bebé mueren cada siete segundos en el mundo por causas prevenibles o tratables con la atención sanitaria adecuada.
- La cifra de mortalidad materna a nivel mundial es la misma desde el 2015 debido a la disminución de inversiones en la salud materno infantil.
- Los sistemas de salud a nivel mundial se encuentran muy presionados por los efectos de la pandemia de COVID-19, el aumento de la pobreza y la agudización de las crisis humanitarias.
El efecto que ha dejado la pandemia de Covid-19 no sólo se limita a los contagios y decesos sino también a otros rubros. Su impacto ha dejado vulnerables los sistemas de salud porque la mayoría de los países enfrentó crisis bastante severas. En algunos casos incluso se reportó la saturación de hospitales y al final eso perjudicó otros servicios y donde mejor se aprecia es en el campo de la mortalidad materna.
Preocupante panorama actual
Tan sólo para tener una idea, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) una mujer o bebé mueren cada siete segundos en el mundo por causas prevenibles o tratables con la atención sanitaria adecuada. En sumatoria, se registran 4.5 millones de decesos anuales, siendo la misma cifra desde hace ocho años.
Un nuevo estudio señala que la mayor parte de estas muertes de mujeres embarazadas, madres y bebés recién nacidos responde a la falta de inversiones suficientes dedicadas al cuidado materno infantil. Se trata de un rubro en el que no sólo no han aumentado los recursos sino que han disminuido.
Como ejemplo, refiere que desde 2018 más de las tres cuartas partes de los países de África subsahariana y afectados por conflictos han reducido el financiamiento para la salud materna y neonatal.
Las cifras desagregadas revelan 290 mil decesos maternos, 1.9 millones de bebés muertos después de 28 semanas de embarazo y 2.3 millones de fallecimientos de bebés durante su primer mes de vida.
💠Cada 7 segundos muere una mujer embarazada o un bebé recién nacido
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— Noticias ONU (@NoticiasONU) May 9, 2023
La agencia de la ONU explicó que los sistemas de salud a nivel mundial se encuentran muy presionados por los efectos de la pandemia de COVID-19, el aumento de la pobreza y la agudización de las crisis humanitarias.
El impacto de la pandemia persiste
Según la última encuesta sobre los impactos de la pandemia en los servicios de salud esenciales, una cuarta parte de los países todavía registran interrupciones en la atención durante el embarazo y el periodo posnatal, así como en los servicios vitales para niños enfermos.
El director de Salud Materna, Neonatal e Infantil de la OMS, Anshu Banerjee, calificó las tasas de mortalidad como “inaceptablemente altas” y llamó a aumentar los recursos para revertirlas.
“Si queremos ver resultados diferentes, debemos hacer las cosas de manera diferente. Ahora se necesitan más inversiones y más inteligentes en atención primaria de la salud para que todas las mujeres y bebés tengan acceso a la salud y la supervivencia dondequiera que vivan”.
La pobreza acentúa el problema
Si bien se trata de un problema mundial, la pérdida de vidas no es igual en todos los países: es mucho más elevada en las naciones pobres o en situación de emergencia.
Así, menos del 60% de las mujeres reciben siquiera cuatro controles prenatales de los ocho recomendados por la OMS en los países más afectados de África subsahariana y Asia central y meridional, las regiones con la mayor carga de muertes maternas y neonatales.
En este sentido, Julitta Onabanjo, directora de la División Técnica del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), afirmó que la muerte de cualquier niña o mujer durante el embarazo o el parto de una violación de sus derechos humanos, y pidió adoptar un enfoque de género para abordar el tema.
Lo que se necesita
Para aumentar las tasas de supervivencia, las mujeres y los bebés deben tener atención médica asequible y de calidad antes, durante y después del parto, además de acceso a servicios de planificación familiar.
También hacen falta trabajadores de salud más calificados, especialmente parteras, junto con medicamentos y suministros esenciales, agua potable y electricidad confiable. El informe enfatiza que las intervenciones deben dirigirse especialmente a las mujeres más pobres y aquellas en situaciones vulnerables que tienen más probabilidades de perder la atención vital, incluso a través de la planificación e inversiones subnacionales críticas.
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