El cáncer cervicouterino es un problema de salud pública dada su magnitud, vulnerabilidad y trascendencia, además de que constituye una de las primeras causas de muerte por neoplasias malignas en mujeres mayores de 25 años en todo el planeta. Actualmente ocupa el cuarto lugar a nivel mundial y el segundo lugar en Latinoamérica. Por ello, México busca a través del tamizaje por técnica de reacción en cadena de la polimerasa en tiempo real (PCR) erradicar esta enfermedad para el 2050.
En nuestro país, desde 2006, representa la segunda causa de muerte por cáncer en la mujer, donde la tasa anual de incidencia de esta neoplasia es de 23.3 casos por cada 100 mil mujeres, afectando principalmente a las de 49 a 59 años.
Acabar con esta neoplasia en México
Como ocurre con otros tumores, es de vital importancia detectarlo a tiempo porque el 99.8 de los casos de cáncer cervicouterino están relacionados con la infección por VPH que puede ser prevenible con vacunación, acompañada fundamentalmente de tamizaje del riesgo de ADN viral o prueba de ADN de VPH más citología y colposcopia.
En este contexto y de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el tamizaje, seguido del tratamiento de las lesiones precancerosas identificadas, es una estrategia costo-efectiva de prevención. El tamizaje ayuda a disminuir la incidencia y mortalidad y debe realizarse en mujeres de entre 25 y 64 años para identificar oportunamente lesiones precancerosas y/o cáncer de cervicouterino.
Las pruebas de detección de lesiones en el cuello uterino consisten en citología cervical y detección del VPH. Ambas son gratuitas y están disponibles en todas las instituciones del Sistema Nacional de Salud. De esta forma, como se ha hecho hasta el momento, se espera que las cifras de nuevos casos continúen a la baja hasta que finalmente se logre cumplir con la meta señalada.