Comenzar un tratamiento médico de forma tardía puede conllevar resultados fatales; sin embargo, en muchas ocasiones realizar un diagnóstico preciso es una labor poco menos que imposible debido a la gran cantidad de padecimientos que comparten síntomas o, incluso, a la falta de éstos. Tal es el caso de la melioidosis, enfermedad que podría ser mucho más mortal de lo que se creía en un principio.
Investigadores de las universidades Griffith y Bond en Australia han descubierto que la bacteria burkhordelia pseudomallei, responsable de la muerte de 89 mil personas al año en Australia y el sudeste asiático, es capaz de acabar con la vida de una persona en las 24 horas subsecuentes de haber entrado en contacto con ella.
Si bien lo anterior podría parecer por sí solo una noticia terrible, se pone aún peor, pues de acuerdo con los investigadores, en muchas ocasiones los pacientes ignoran que han contraído la bacteria hasta que ya es demasiado tarde debido a la falta de síntomas luego del contagio, el cual puede darse a través de vías aéreas, especialmente en época de lluvias.
Durante la época seca la bacteria vive oculta debajo de la tierra; sin embargo, una vez que las lluvias comienzan una gran cantidad de las mismas llega a la superficie representando un serio riesgo para la población”, señaló la doctora Vicki Krause, encargada del Centro para el Control de Enfermedades de Australia.
“Los síntomas más comunes son fiebre, tos y dificultad para respiras, aunque estos pueden variar”, añadió la especialista.
Una vez en el organismo, la citada bacteria se desplaza hacia el cerebro y la médula espinal provocando la potencialmente letal melioidosis que, de acuerdo con los científicos involucrados en esta investigación, podría matar a un ser humano incluso en menos de un día.
Los resultados de la investigación fueron publicados en Immunity and Infection durante esta semana y han permitido conocer más sobre esta letal enfermedad endémica de Australia y el sudeste asiático, pero que de vez en cuando se presenta fuera de esta zona.
Una vez que la bacteria llega al cerebro las posibildades de supervivencia del paciente son de entre 20 y 50 por ciento.