Todo médico que esté preocupado por conservar la salud de su cerebro quizás tendrá que consumir más pescado, pues aunque se sabe que sus grasas son buenas para el corazón, ahora una investigación publicada en The FASEB Journal sugiere que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 que se encuentran en el aceite de este alimento mejorarían la función del sistema glinfático.
Apenas en 2012 neurocientíficos del Centro Médico de la Universidad de Rochester en Estados Unidos descubrieron que dicho sistema constituye el “drenaje” del cerebro, y apenas ahora se observó el importante papel de los ácidos grasos omega-3 en el proceso.
El estudio publicado en esta revista de la Federation of American Societies for Experimental Biology señala que los investigadores usaron ratones transgénicos Fat-1, los cuales expresan de manera endógena una alta cantidad de ácidos omega-3 poliinsaturados (PUFAs, por sus siglas en inglés) en el cerebro, para observar el efecto de esta sustancia en la limpieza en el sistema glinfático.
Los resultados obtenidos indicaron que, en comparación con los ratones “normales”, los transgénicos Fat-1 promovieron significativamente la función de limpieza del sistema glinfático, incluyendo la extracción de las proteínas Aß del cerebro.
Los investigadores también estudiaron los efectos de los PUFAs en los roedores no modificados, a quienes se le complementó la dieta con aceite de pescado, de modo que estos mejoraron la función de limpieza del sistema glinfático en comparación con los ratones de control a los que no se les administró.
Aunque previamente se había señalado que el omega-3 mantenía la homeostasis cerebral y ayudaba reducir el riego de deterioro del sueño, Alzheimer y lesión cerebral traumática, la forma en que lo hacía había constituido un misterio, aunque se creía que esto tenía relación estrecha con la irrigación sanguínea.
Al respecto, cabe recordar que las personas realizan distintas actividades para procurar la salud de su cerebro. En Estados Unidos, por ejemplo, una gráfica de Statista con información de la organización sin fines de lucro AARP, dedicada a mejora la calidad de vida de las personas de 50 años de edad o más, señala que los hispanos estadounidenses procuran, en su mayoría, hacer ejercicio físico (38 por ciento), dormir suficiente (40 por ciento), leer (36 por ciento), llevar dieta saludable (34 por ciento) y tomar vitaminas o suplementos (26 por ciento) a partir de los 40 años para cuidar su cerebro.
No obstante, quizás valdría la pena abrir una nueva categoría: consumir ácidos grasos poliinsaturados omega-3.
Al respecto, el editor en jefe de The FASEB Journal, Thoru Pederson, opinó que esto es algo nuevo, pero no debe distraer la atención sobre las funciones de dichas grasas:
Este estudio no debería desviar la atención de las funciones de estas sustancias en el mantenimiento de la salud vascular, pero tampoco hay que restringir a ello nuestro punto de vista. El cerebro es un órgano muy vascularizado, ahora también tenemos que tomar en cuenta que los ácidos grasos omega-3 pueden tener un impacto en neuronas, células gliales y hasta los mismos astrocitos.
El estudio “Omega-3 polyunsaturated fatty acids promote amyloid-β clearance from the brain through mediating the function of the glymphatic system” fue dirigido por Huixia Ren.
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