De manera silenciosa, existe un problema que cada vez es más grave y tú lo conoces bien porque involucra a los pacientes. Se trata de la automedicación, la cual es bastante recurrente a nivel mundial pero especialmente en nuestro país. La mayoría de las personas han recurrido al menos una vez en la vida a esta alternativa. La mayoría de las ocasiones es por comodidad para evitar acudir con un médico y ahorrarse el pago de la consulta. Pero lo que no muchos toman en cuenta es el daño que provoca esta acción irresponsable.
Para tener en cuenta, se estima que el 74 por ciento de los mexicanos recurre a la automedicación por costumbre. Lo que a su vez genera que se presenten recaídas, que no exista una recuperación integral y la farmacorresistencia. Por tal motivo ahora la medicinas han perdido potencia entre la población.
Automedicación entre los profesionales de la salud
Pero algo que resulta todavía más preocupante y hasta cierto punto contradictorio es cuando los propios profesionales de la salud se automedican. En ningún caso existe una justificación para dicho acto en donde los principales afectados son ellos mismos.
Al respecto, el Hospital Clinic de Barcelona realizó una investigación dentro de su Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). El resultado del trabajo fue publicado en la revista Nure Investigación y muestra que el 80.7 por ciento del personal de enfermería recurre a la automedicación.
Una relación que se encontró es que las trabajadoras con contrato estable tenían una menor tendencia a consumir fármacos por iniciativa propia. En cambio, las que no contaban con una estabilidad laboral presentaban una probabilidad más alta a caer en esta práctica.
¿Por qué se automedican?
La investigación también se enfocó en ahondar sobre los motivos que llevan a las enfermeras a la automedicación. Los tres que se repiten con mayor frecuencia son los siguientes:
- Combatir el dolor.
- Problemas de sueño.
- Alergia.
A su vez, también se analizaron los tipos de fármacos que suelen administrarse a sí mismas las enfermeras. Dentro de las que cuentan con contrato laboral, los más frecuentes son analgésicos/antiinflamatorios (93 por ciento) y somníferos (7 por ciento). Mientras que entre las suplentes o personal con inestabilidad laboral, los más repetidos son analgésicos/antiinflamatorios (92.7 por ciento), somníferos (4.9 por ciento) y antihistamínicos (2.4 por ciento).
Lo que se puede apreciar a partir de lo anterior es una grave contradicción porque los trabajadores de la salud deberían ser los primeros en poner el ejemplo. Además todos los integrantes del gremio conocen las consecuencias negativas que provoca la automedicación.
Aunque también se estima que la investigación realizada sea una reflejo de la situación en la mayoría de UCI de hospitales. Las jornadas suelen ser bastante agobiantes, en especial desde el inicio de la pandemia, por lo que esta mala práctica podría sufrir un aumento entre los profesionales de la salud.