Si bien es posible que el paciente no pueda articular dónde le duele o qué sucedió exactamente. Nuestro índice de sospecha siempre debe ser alto y debe seguir una examen físico exhaustivo; nunca se sabe lo que puede revelar.
Los profesionales médicos de emergencia suelen ser el primer contacto médico para estos pacientes y estos hallazgos pueden ser la mejor oportunidad para identificar el abuso o la negligencia y proteger al niño.
1. TEN-4, ¡buen amigo!
La regla TEN-4 de hematomas pediátricos, introducida por Pierce, ha demostrado ser útil en la identificación de posibles abusos infantiles.
TEN significa torso, orejas y cuello, las regiones del cuerpo que, si están magulladas, predicen abuso en pacientes menores de 4 años. Estas áreas de la anatomía no se magullan fácilmente en las actividades diarias de un niño pequeño con mucho peso. Los niños de esta edad son más propensos a sufrir moretones en la cabeza, las rodillas y los brazos debido a caídas o lesiones al jugar. Además, cualquier niño que no esté “cruzando” (normalmente menos de 4 meses de edad, dependiendo del estado de desarrollo). Nunca debería tener hematomas en ninguna región anatómica.
Los hematomas en el torso, las orejas o el cuello en un niño menor de 4 años o cualquier hematoma en un bebé de 4 meses o menos pueden predecir el maltrato.
2. Reconocer patrones de lesiones
Algunos ejemplos de estas lesiones pueden ser una huella de mano de una bofetada. Una quemadura circular de un cigarrillo o cigarro encendido o incluso un pequeño agujero de un latigazo del cinturón. Lamentablemente, los mecanismos en los que ocurre el abuso son bastante infinitos. Por lo que siempre debemos estar atentos durante nuestros encuentros y mantener un alto índice de sospecha.
3. Traumatismo craneoencefálico por abuso
El traumatismo craneal por abuso (AHT, por sus siglas en inglés), o antes llamado “síndrome del bebé sacudido”. Ocurre cuando un niño es sacudido con fuerza o experimenta un impacto en la cabeza de una manera tan violenta que rompe los vasos sanguíneos dentro del cráneo y causa una hemorragia intracraneal.
Los signos y síntomas más ominosos pueden variar desde convulsiones, pérdida del conocimiento o paro cardíaco y, con frecuencia, pueden tener hallazgos físicos como fracturas de costillas por el agarre circunferencial violento del niño, pupilas desiguales y signo de Battle.
4. Patrones de “accidentes”
Si bien los niños, específicamente los niños pequeños que están comenzando su fase de desarrollo de “crucero”, son propensos a sufrir accidentes como caídas y raspaduras, las quemaduras son un tipo de lesión que debe despertar sospechas de abuso potencial de inmediato.
Obtén un historial completo de cómo ocurrió la lesión y reúna mentalmente el rompecabezas “¿podría ese mecanismo causar esta lesión?”. Por ejemplo, ¿podría un bebé de 1 mes rodar sobre un rizador caliente que estaba cerca del bebé en una cama? ¿Cuál es la probabilidad de que un niño de 4 años tenga múltiples accidentes que le causen quemaduras de un cuarto de pulgada de diámetro en los brazos y las piernas?
5. Reportero obligatorio
Encontrarse con un niño abusado puede ser bastante abrumador y desalentador en algunos casos, lo que exige una gran compostura y moderación en la forma de manejar la situación.
Como profesionales médicos, siempre debemos ser conscientes del potencial de lesiones físicas intencionales al evaluar a nuestra población de pacientes jóvenes. Al hacerlo, utilizar estos consejos junto con un examen físico completo, una inspección completa de la piel, y un historial completo de la lesión y documentar meticulosamente esos hallazgos en nuestros informes de atención, será la diferencia entre la vida y la muerte.
Finalmente, recuerda tu obligación como informante obligatorio. Siga sus protocolos y políticas locales para documentar y denunciar abusos conocidos o sospechados.
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