Desde hace poco más de un año se transformó por completo la vida de millones de personas. La pandemia ha provocado hasta ahora más de 2.8 millones de muertes y 129 millones de infectados pero además ha causado daños de más tipos en el resto de la población. Dentro de los aspectos más recurrentes se encuentran los trastornos del sueño. Ahora gran parte de la población no puede dormir con tranquilidad debido a las preocupaciones miedos que les genera el mundo exterior.
Sobre este tema, en México se realizó un estudio durante los primeros dos meses de aislamiento para explorar los trastornos del sueño, la ansiedad y la depresión a las personas que respondieron a una invitación abierta. La investigación titulada Trastornos del sueño y la salud mental por aislamiento social durante la pandemia COVID-19 en México fue encabezada por la Dra. Guadalupe Terán Pérez y fue publicada por el Multidisciplinary Digital Publishing Institute.
Resultados obtenidos
Un total de mil 230 participantes completaron el cuestionario del sueño, 812 respondieron el cuestionario de ansiedad y 814 respondieron el cuestionario de depresión. Tanto hombres como mujeres informaron de mala calidad del sueño, pero las mujeres mostraron una mayor proporción (79%) que los hombres (60%); las mujeres jóvenes tenían más probabilidades de verse afectadas por el aislamiento social.
Con respecto a la ansiedad y la depresión, ambos sexos informaron síntomas muy similares. Estos datos sugieren que las condiciones estresantes relacionadas con el aislamiento social y la incertidumbre económica pueden inducir alteraciones de la salud mental, que pueden empeorar con la restricción del sueño.
De acuerdo a los resultados del estudio, un alto porcentaje del sueño de los participantes fue severamente afectado, con informes de mala calidad del sueño. Además, el porcentaje de mujeres afectadas fue mayor que los hombres; las personas más jóvenes parecían ser más sensibles a las condiciones de aislamiento y su sueño se vio más afectado que el de las de las personas mayores.
Como la mayoría de los esfuerzos sanitarios actuales se han orientado hacia la atención médica de los infectados y los trabajadores sanitarios, se han pasado por alto los efectos psicosociales en la población en general.
Las alteraciones del sueño generan a menudo un círculo vicioso negativo que empeora la calidad de vida de los pacientes con trastornos mentales. Además, situaciones estresantes como el aislamiento social suelen generar alteraciones del sueño que influyen negativamente en el equilibrio de la salud mental, agravando principalmente el estado de ansiedad o depresión.
Los efectos a corto plazo de la restricción del sueño se caracterizan principalmente por un deterioro de las funciones ejecutivas, incluida la memoria de trabajo verbal y no verbal, déficit de atención y regulación emocional y motivacional, así como dificultades en la resolución de problemas, entre otros.
Es importante destacar que no se tienen medidas previas sobre la calidad del sueño, la depresión, la ansiedad o el uso de dispositivos electrónicos en muestras equivalentes antes de las condiciones de cuarentena, por lo que, aunque nuestros resultados coinciden con informes anteriores en Italia y China, no pueden asociarse estrictamente con solo condiciones de cuarentena. Se pueden realizar estudios futuros en diferentes momentos de la pandemia como medida comparativa.