El tatuaje es una impresión permanente; un diseño realizado en la piel con pigmentos insertados a través de punciones en la capa superior de la piel. El artista utiliza una máquina manual; que cuenta con una o más agujas que perforan la piel repetidamente y en cada punción se inyectan diminutas gotas de tinta. El procedimiento es realizado sin anestesia y puede provocar pequeños sangrados y dolor leve.
Son muchas las advertencias sobre los riesgos que generan los tatuajes en el sistema inmunológico; sin embargo; la Asociación Colombiana de Dermatología hace un llamado a la calma;[1] repasando las evidencias científicas que existen hasta el momento sobre el tema.
Es verdad que buena parte de la tinta que se aloja en la dermis; viaja de forma natural a bordo de los macrófagos que se depositan en los ganglios y en otros órganos del sistema linfático. No obstante; no existen evidencias que demuestren que los pigmentos utilizados en los tatuajes y que se alojan en los ganglios linfáticos sean la causa de alguna patología; a pesar de la alta concentración encontrada de hidrocarburos policíclicos aromáticos (PHA).
Mitos y realidades de los tatuajes
Una cosa son los mitos y las hipótesis de trabajos científicos y otra es la realidad. Los tatuajes son una opción personal que se debe tomar con responsabilidad y cuidando otros factores como asepsia; la pericia del profesional que lo realiza, los cuidados de la piel antes, durante y después de realizado el tatuaje; un lugar donde los riesgos de contagios indeseados sean controlados y la posibilidad de realizar un tratamiento antibiótico para evitar infecciones.
Hasta la fecha; no hay evidencias de que los tatuajes hayan generado problemas de salud. Las tintas, sobre todo la negra, se emplean desde hace 4.000 años y prácticamente sigue siendo la misma composición. Esta tinta es elaborada a partir de carbón.
Aunque; por otro lado; el pigmento acumulado en los ganglios linfáticos si puede llegar a alterar el resultado de pruebas diagnósticas y generar errores de interpretación; mostrando falsos positivos en pruebas de imágenes diagnósticas.
En la realización de tatuajes se utilizan algunos pigmentos metálicos los cuales pueden calentarse durante una resonancia magnética; pero se soluciona fácilmente colocando un paño húmedo en la zona del tatuaje; con esto se rompe el rumor de que se generan quemaduras en la piel cuando la persona tatuada se realiza una resonancia magnética.
Pueden ser eliminados con láser
Aunque hay una mayor migración de estos pigmentos de la tinta a los ganglios, no hay un vínculo entre esta técnica y posibles problemas generados por ello, no obstante, se pueden generar cicatrices hipertróficas o reacciones locales inflamatorias y sistémicas, entre otras. El dermatólogo es el especialista más idóneo para quitar un tatuaje, que de paso sea dicho, no es una tarea fácil y dependiendo del tamaño del tatuaje, será el tiempo que se tome para borrarlo.
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