En el 2009 México enfrentó una de sus peores crisis de salud de la historia. Todo se generó a partir de la pandemia de influenza. La situación provocó que se prohibieran las actividades al aire libre y se adoptaran medidas extremas de higiene. A una década de distancia se podría pensar que nuestro país aprendió los errores del pasado. Por desgracia la realidad parece confirmar que no fue así.
Como parámetro se puede tomar el reporte más reciente de la Dirección General de Epidemiología de la Secretaría de Salud (SSa). El documento muestra que durante la temporada 2018-2019 se han confirmado 5 mil 899 casos de influenza y 676 defunciones. A decir de algunos especialistas, la situación está a punto de salirse de control. No sólo se ha registrado una mayor resistencia del virus de la influenza sino que el país carece de infraestructura médica.
Miedo a las inyecciones
Pero ahora que se conoce el panorama, lo importante es determinar las causas y encontrar soluciones. Si bien, la vacuna contra la influenza es la mejor forma de prevenir contagios, el inconveniente es que muchos se oponer a aplicársela.
Tú lo puedes ver a diario con tus pacientes. Existen muchas personas que temen por los efectos secundarios o simplemente se oponen al dolor de una inyección. A pesar de ser gratuita y los puestos colocados en zonas públicas, los mexicanos simplemente no quieren vacunarse.
Sumado a lo anterior se encuentra que muchos mexicanos practican la automedicación. En lugar de acudir con un profesional de la salud, prefieren consumir fármacos que ven anunciados en la televisión o que les recomendó un amigo. Esto resulta muy peligroso porque la población no cuenta con los conocimientos necesarios. Esto propicia que confundan síntomas y no se ataque de forma correcta el problema de salud que tienen.
A partir de tu trabajo diario, ¿crees que los mexicanos le han perdido el respeto a la influenza?