Como se anota en el sitio www.losmexicanos.unam.mx, la colección Los mexicanos vistos por sí mismos. Los grandes temas nacionales (UNAM, Primera Edición, 25 de Agosto de 2015), “recoge las voces de la sociedad a través de 25 encuestas nacionales interpretadas por especialistas para obtener una visión integral de las transformaciones del país al inicio del siglo XXI”.
El volumen 24 de la colección, intitulado La corrupción en México: percepción, prácticas y sentido ético contiene los resultados de la Encuesta Nacional de Corrupción y Cultura de la Legalidad que se realizó entre mil 200 personas mayores de 15 años que fueron entrevistadas en sus viviendas.
Me llamó la atención que cuando a los entrevistados se les pidió que dijeran cuales palabras o frases asocian con la palabra México, las mayoría de las respuestas fueran país, cultura y corrupción.
Asimismo ocho de cada 10 encuestados respondieron que no creían que la corrupción pudiera ser combatida en México; sin embargo, paradójicamente, al pedirles que evaluaran su propia honestidad en una escala del uno al 10 (uno siendo nada honesto y 10 siendo muy honesto), la calificación promedio fue de 7.9, es decir, la mayoría de los encuestados se consideran bastante honestos.
Aproximadamente hace un mes apareció en El Financiero una nota en la cual se señalaba que, de acuerdo al Banco Mundial, el 9 por ciento del Producto Interno Bruto (PBI) de nuestro país se encuentra atado a la corrupción. Una cifra bastante elevada, ¿no lo crees?
Juan E. Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), escribió que “la corrupción es un pecado, no un delito. Los delitos y faltas administrativas implican un castigo de las autoridades terrenales, en cambio los pecados y sus consecuencias son potestad de tribunales que no están en este mundo.”
La Ley 3de3
Regresando al tema, antes que nada es importante recordar que la llamada Ley 3de3 se promovió gracias a una plataforma en línea. Fue a fin de cuentas una iniciativa de nosotros, los ciudadanos, misma que obtuvo el triple de las firmas necesarias marcadas por la ley para ser presentada como una iniciativa ciudadana y cuyo objetivo es acabar con lo que nos está destruyendo a todos los niveles: la corrupción.
El tema debe interesarnos por lo siguiente. Antes, la terrible realidad era de que la mayoría de las conductas corruptas y deshonestas ni siquiera eran consideradas ilegales, ni siquiera había una definición legal al respecto. ¡Bravo por este cambio a nuestras leyes!
En cuanto a cómo nos afecta la Ley 3de3 a nosotros, los médicos, no sé ni por dónde empezar. Existen tantas variables y desconfianza al respecto que me resulta algo confuso.
¿En qué consiste?
Lo que entiendo (gracias a pláticas que he tenido con gente mucho más versada que yo en estos temas) es lo siguiente:
Cualquier persona que perciba un sueldo que provenga del presupuesto público debe de presentar una declaración patrimonial (esto no es nuevo). Si eres servidor público, o sea si prestas servicios médicos en cualquier institución que reciba recursos del gobierno, tienes que presentar 3 cosas:
1. La declaración patrimonial.
Incluye tus ingresos de cualquier fuente, tus bienes tanto muebles como inmuebles, inversiones financieras y también los adeudos que tengas.
2. Declaración de intereses.
Esto incluyen intereses financieros y económicos al igual que otros intereses, tanto profesionales o empresariales que tenga el servidor público.
3. Declaración fiscal.
Muestra qué tan al corriente estás en el pago de tus impuestos. Esta declaración generalmente se encuentra al corriente si únicamente atiendes pacientes en una institución pública, pues al pagarte te descuentan los impuestos que te toca pagar. Si obtienes ingresos de otros lugares debes presentar tu declaración parcial cada mes y la definitiva una vez al año.
La importancia de la Declaración Patrimonial es qué permite conocer el monto del patrimonio de un servidor público cuando empieza su encargo y el monto cuando termina el mismo. Esto indudablemente generará más transparencia.
La importancia de la Declaración de Intereses es mayúscula. Por ejemplo, existiría un conflicto de interés si un médico es propietario total o parcial de una farmacia y envía a ésta, para que ahí se surtan de algún medicamento, a los pacientes que atiende en una institución pública.
Aún más, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), un buen número de médicos que laboran en la Secretaría de Salud, el IMSS, el ISSSTE y otras instituciones púbicas trabajan por fuera en la consulta privada y el 80 por ciento de sus ingresos provienen de dicha consulta.
Tal vez sea un conflicto de interés si el médico que labora para la institución ofrece sus servicios “por fuera” a ese paciente que ve dentro de sus labores institucionales. ¿De quién es el paciente?, ¿es ético tratar de llevarlo a la consulta privada?, ¿es legal cobrar por un turno de trabajo si uno se ausenta por ir a dar un servicio al sector privado?
Durante décadas muchos médicos lo han hecho y no sólo por cuestiones económicas. Todos sabemos lo difícil que puede ser prestar servicios de calidad si no hay luz, medicinas y equipo con que trabajar. Creo que mucho de esto es parte de la gran incógnita.
Por otro lado (y añadiendo leña al fuego) ejercemos una profesión de alto riesgo. La medicina está entre las primeras 10 profesiones más peligrosas de México (compartimos el honor con periodistas y contadores).
Todos tenemos historias de horror que contar. Entre 2008 y 2014 se registraron más de 3 mil ataques contra médicos en México, 20 fueron asesinados y nadie sabe a ciencia cierta cuántos fueron secuestrados, pues este delito no se denuncia la mayoría de las veces por temor a represalias.
¿Qué ley en realidad nos protege?
Aún tengo, como tienen muchas de ustedes, mil preguntas que son válidas y se relacionan con nuestra profesión y el bienestar de nuestros pacientes.
Se están dando muchos cambios, hay mucha polémica y poca claridad.
Todo cambio es para asustar a cualquiera, pero el fondo de todo esto es cambiar el paradigma de lo que es esencialmente correcto y honesto. Nos va a tomar tiempo.
Es mucho peor pensar cómo la corrupción mata y nos está aniquilando.
Y ustedes, ¿qué piensan?