“El tercer trimestre del 2018 ha sido el trimestre en el que más dinero se ha fondeado a empresas (startups) dedicadas a la salud digital. Nunca ha sido un mejor momento para buscar inversión y conseguir fondeo para emprendedores, el ritmo del dinero fluye cada vez en más rápido y en montos más grandes” – Así lo menciona un artículo de Rock Health uno de los mayores fondo de inversión en salud digital.
Si bien son noticias y números que no pertenecen a América Latina y que bajo ese argumento podrían ser fácilmente desechadas por cualquiera en nuestra región –vale la pena recordar que la tecnología y la digitalización es cada vez más global –, y que además tampoco son un parámetro contundente sobre disrupción o mejoras en la calidad de la salud de las personas; si es tal vez un indicador que algo está sucediendo en el mundo de la salud digital.
Y para muestra solo habrá que decir que los inversionistas están confiando cada vez más en invertir en empresas de salud digital que muevan el servicio de salud directo a las casas de las personas. La telemedicina comienza a ser tal vez un hecho real y cada vez más accesible para cualquier médico que quiera ejercer su profesión al utilizar un software que le permita llegar al paciente sin intermediarios –algo así como la “uberización de la salud”, refiriéndose al servicio de UBER– y este concepto no se ha propagado únicamente a servicios bajo demanda de consultas médicas sino también a servicios de cuidado de personas adultas, de prevención y hasta de surtido de recetas médicas o (bajo este mismo concepto de “salud en casa” ) hay empresas que hoy están siendo disruptivas y se han cuestionado ¿Cómo podemos monitorear al paciente en casa?.
El movimiento veloz y ágil de este tipo de compañías que mezclan juventud, nuevos valores y formas de comunicación interna y modelos de negocio son siempre en un inicio pura incertidumbre. Pero es posiblemente en el valor de lo desconocido que centren su empuje e innovación. Por otro lado la certidumbre y la rigidez de corporativos globales y con años de experiencia ponen un balance en la ecuación de esta y otras industrias.
Pero volvamos al cuestionamiento: ¿Qué es lo obvio cuando como paciente me siento mal? Algunos podrán decir que lo obvio es ir al doctor y pasar a la farmacia a comprar lo que te recetaron. ¿Por cuánto tiempo seguirá siendo esta afirmación obvia? ¿Cuánto tiempo pasar para que esos montos invertidos en empresas de salud digital nos alcance?