Mucho antes de que la COVID-19 apareciera, la telemedicina ya formaba parte de la práctica médica de un gran porcentaje del personal de salud alrededor del mundo. Al principio, se utilizó para que más personas tuvieran acceso a la atención sanitaria, mejorara la calidad de la atención y disminuyeran los costos. Desde entonces, países como Estados Unidos y Australia hicieron guías de práctica médica y lineamientos para ejercer medicina de calidad a través de una pantalla.
Durante el 2015, en México se trabajó un proyecto para la regulación de la atención médica a distancia, que incluso se publicó en el Diario Oficial de la Federación bajo la Norma Oficial Mexicana (NOM) PROY-NOM-036-SSA3-2015. Dentro de sus objetivos estaban el hacer más fácil el acceso a los servicios de salud en la población, establecer los procedimientos que debía seguir el doctor a distancia y definir las características mínimas con las que debía cumplir el servicio. Pero, en marzo de 2018 este proyecto fue cancelado y por lo tanto no existe un protocolo oficial a seguir en nuestro país.
¿Qué sucede con la telemedicina en tiempos de Covid-19?
Ante la crisis global por la que atravesamos, algunos profesionales de la salud optamos por dar atención médica de manera remota a través de videoconsultas para ayudar a que las personas permanezcan en sus casas y disminuir el riesgo de contagio. Sin una norma oficial que regule esta praxis, resulta indispensable contar con lineamientos para que todos demos la misma atención de calidad y podamos garantizar un buen servicio a todos los pacientes.
Por eso es importante hablar sobre los puntos básicos más importantes para cumplir con los estándares de nuestro servicio. En primer lugar, debes determinar si las videoconsultas le funcionan a tu práctica médica, para esto deberás tomar en cuenta la seguridad, necesidad clínica y preferencia del paciente.
¿Qué debes tomar en cuenta para lograr una videoconsulta de calidad?
Antes de la consulta
● Confirma que el motivo de la videoconsulta es clínicamente apropiado para ese paciente en ese momento, es decir, que sus síntomas te permiten atenderlo de manera remota porque no son una urgencia y no requiere que lo vea un médico de inmediato.
● Acomódate en una habitación privada, ordenada, bien iluminada, sin ruido y pide al paciente que haga lo mismo.
● Ten a la mano el número de teléfono del paciente en caso de que falle el enlace del video.
● Debes estar seguro de tener acceso a la historia clínica del paciente (idealmente en una segunda pantalla).
● Revisa que la conexión a internet sea buena para tener un audio y video que ayude a los fines clínicos.
Al iniciar la consulta
● Confirma que el audio y video funcionan perfecto.
● Pídele al paciente que optimice la configuración técnica para evitar cualquier falla.
● Pregúntale si está de acuerdo en tomar la videoconsulta, esto para tener el registro del consentimiento verbal del paciente.
● Dile que la llamada es confidencial y segura.
Durante la consulta
● Hazle saber al paciente cuando estés ocupado (si estás tomando notas o leyendo algo en otra pantalla).
● Toma tus registros por escrito como lo harías en una consulta estándar.
● Si la conexión es de baja calidad puedes silenciar el audio y usar un teléfono para apoyar la consulta, así tendrás una mejor calidad de video.
Al terminar la consulta
● Debes tener especial cuidado al resumir los puntos clave, es posible que algo pueda haberse perdido por alguna falla técnica.
● Pregúntale al paciente si tiene alguna duda.
● Para finalizar, avísale que cerrarás la videollamada y despídete antes de terminar la conexión.
¿El expediente médico es distinto?
Es muy importante no olvidar llevar un registro médico de las videoconsultas realizadas. Debes cumplir con los mismos estándares de registro médico que en las consultas presenciales e incluir información adicional como:
● Que atendiste la videollamada con el consentimiento del paciente.
● La justificación del por qué realizaste una videoconsulta en lugar de una consulta física.
● Si grabaste imágenes durante la videoconsulta, deberás documentar el consentimiento del paciente para dicha grabación.
● Cualquier mal funcionamiento técnico durante la videollamada (por ejemplo: audio o video deficientes) que pueda haber comprometido la seguridad o la calidad de la videoconsulta.
Por supuesto, las videoconsultas no pretenden desaparecer las consultas médicas presenciales, al contrario, permiten dar una atención complementaria. Claro que existen situaciones clínicas en las que es necesario llevar a cabo una exploración física detallada y es mejor cambiar a una consulta presencial.
Es muy importante comunicar este tipo de limitantes a los pacientes y dejar claras las expectativas, no solo desde un punto de vista clínico, sino también desde lo legal. Tener buenas prácticas médicas siempre será el objetivo principal y, si ahora adaptamos estos protocolos para que las videoconsultas se desarrollen de la mejor manera, evitamos quejas o procesos legales y podemos realizar un mejor trabajo médico para ayudar más a nuestros pacientes.