El ser humano necesita de otros individuos para sobrevivir, porque su naturaleza lo invita a estar en comunidad. Sin embargo, cuando se ve obligado a recluirse, pueden surgir problemas psicológicos y dolencias físicas, que lo deterioran; especialmente en adultos de edad avanzada con comorbilidades. Es así, como la salud mental, forma un equilibrio entre la persona y su entorno, por ende, se ve vulnerado en medio del aislamiento.
De hecho, bajo estas circunstancias, la angustia, la baja autoestima, la ira y la tristeza, se mezclan. Causando trastornos psicológicos, que van menoscabando paulatinamente el buen vivir. Además, en muchas ocasiones pueden poner en riesgo la existencia, ya sea, por las enfermedades o la incapacidad de sobrellevar las situaciones, tomando la opción de quitarse la vida.
Es aquí, donde la depresión, los trastornos obsesivo compulsivo, el estrés postraumático y la ansiedad, se convierten en un problema de salud pública. Sobre todo, cuando el aislamiento está acompañado de miedo, crisis financiera, inseguridad y desabastecimiento, como se vive en casos de pandemia. Donde el desajuste social, las restricciones y la falta de oportunidades, pueden acaecer en el debilitamiento de las funciones cerebrales de los individuos.
La incertidumbre y la soledad vulneran la salud mental
En realidad, las condiciones de aislamiento llevan a no comunicarse directamente con otras personas, no realizar las actividades que acostumbra hacer y tener dificultades para suplir las necesidades de entretenimiento, medicina, educación y víveres. Por lo tanto, esto significa establecer cambios radicales en la cotidianidad, lo que de alguna manera desequilibra
De ahí, que las personas con enfermedades de base, edad avanzada y problemas de movilidad, se sientan más afectadas. Mas aun, cuando no hacen uso de la tecnología y no tienen muchos contactos. Por lo tanto, se puede notar que el aislamiento puede ser el causante de una muerte prematura; de la misma manera que lo hace la obesidad y el sedentarismo.
De manera similar, se ha asociado el aislamiento con la demencia, enfermedades cardiacas y accidentes cerebrovasculares. A la par, a causa de la edad y la falta de contacto social, se observa que se acrecientan los indicadores de depresión y suicidio. Lo que hace también, que las consultas médicas y psicológicas estén en aumento.
En conclusión
Se puede establecer que la incomunicación social afecta la calidad de vida de los individuos, a la vez que amenaza la salud mental y física. Sobre todo, en personas de edad avanzada, que viven solas o presentan algún tipo de discapacidad o comorbilidad. Asimismo, los migrantes y las minorías étnicas, pueden tener un riesgo mayor de enfrentarse a los avatares del aislamiento. Sobre todo, por las diferencias económicas, culturales y del idioma.
Por tanto, aunque las condiciones de aislamiento, no son equiparables con la situación de soledad; ambas afectan directamente al individuo. Por ello, las instituciones de salud, ponen a disposición de los conciudadanos diversos mecanismos.
Es así, como se incluyen visitas domiciliarias, línea amiga, charlas en línea y conferencias por zoom. Donde se invita a las personas en reclusión obligatoria a realizar actividades lúdicas, estudiar, leer, cocinar y ejercitarse. De tal forma, que se interactúe con otras personas, se compartan experiencia y se conforme una red de apoyo. Buscando conservar la salud mental y física, en optimo estado.