Con la irrupción de las nuevas tecnologías todo se digitaliza o está en vías de hacerlo, lo mismo ocurre con la salud, cuyo nuevo paradigma dicta que hay que usar los recientes desarrollos para preservar la salud de los pacientes, incluso a distancia.
Al respecto, señalan los expertos, el modelo 2.0 tiene un punto débil: afronta el cambio desde una perspectiva de negocio al automatizar el tratamiento de las patologías; no obstante, en su debilidad puede encontrar la renovación, pues el tiempo libre que puede ganarse con esta opción bien valdría invertirlo en profundizar en la relación médico-paciente.
En este sentido, una declaración del doctor Zubin Damania (del Centro Hospitalario de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos) publicada por El País, señala que “el foco” está en que la salud 3.0 devuelve “al corazón la humanidad y emplea la tecnología para permitir una relación más profunda”.
Especialistas como el neurólogo del Hospital Ramón y Cajal, en España, Ignacio Hernández Medrano, opinan que el uso de la tecnología (especialmente big data y machine learning) permitirá a los médicos liberarse de la necesidad de invertir tiempo en padecimiento comunes para “pasar de una medicina poblacional a una medicina personalizada”.
Sin embargo, un punto clave en el uso del big data, que no es otra cosa que almacenar grandes cantidades de datos y usarlos para encontrar patrones repetitivos, consiste en conservar la privacidad de la información a fin de automatizar el tratamiento de las patologías más comunes, lo que traería beneficios indirectos con la mayor disposición de tiempo:
- Personalizar el ejercicio de la medicina.
- Mayor investigación en enfermedades raras o novedosas.