La neurosis depresiva, también llamada Distemia o trastorno de la personalidad depresiva, afecta a un gran número mayor de personas cada día. Sobre todo, en este momento, donde situaciones como el confinamiento, el distanciamiento social y la falta de oportunidades, hacen parte de la realidad individual y social, a causa de la pandemia y demás desastres naturales que se viven en la actualidad.
Esta neuropatía, esta embozada en una tristeza profunda sin causa aparente, que deprime el sistema nervioso central causando muchos desajustes físicos y emocionales, que no permiten realizar las actividades de la cotidianidad. De igual manera aminora la autoestima, afectando directamente las relaciones interpersonales.
Tristeza profunda que no deja vivir
La neurosis depresiva, es un problema de salud pública que inquieta a los gobernantes y a las organizaciones de salud internacionales, que buscan prevenir la prevalencia de esta enfermedad mental, con campañas de sensibilización dirigidas a las familias y programas de adulto sano que mejoren la calidad de vida. (SIA, s.f.)
La perturbación crónica del estado de ánimo, se convierte en un detonante de otras molestias tanto físicas, como mentales. Ya que, el desinterés hacia sí mismo y su entorno, genera trastornos alimenticios, gastrointestinales y de sueño. Al tiempo que, va dejando una atmosfera viciada de falta de esperanza, culpa, abandono e irritabilidad. (CNEIP, s.f.)
La neurosis depresiva, al igual que otras enfermedades asociativas al cerebro, son objeto de estudio constante, porque en muchos casos las causas que las generen son confusas. Sin embargo, en este caso en particular se estima que la genética lleva la mayor parte de responsabilidad, pero el ambiente, la toxicidad psicológica y la alteración bioquímica, pueden aumentar el riesgo.
La presencia de antecedentes familiares que indiquen cualquier problema mental, la estabilidad financiera y el nivel de amor propio. Al igual, que haber vivido una experiencia catastrófica en cualquier momento de la vida, pueden ser elementos que llevan en corto o largo tiempo a marcar el principio de esta patología, que afecta con fuerza a la sociedad actual.
La disminución del funcionamiento de los neurotransmisores en el cerebro que producen serotonina y dopamina, para mantener estable el estado de ánimo, se ven afectados, desestabilizando al individuo. Al punto de caer en un estado depresivo agudo, que le impide trabajar, estudiar, comer y, sobre todo, vivir.
La falta de movimiento y de hábitos saludables, llevan a la persona que padece neurosis depresiva a desarrollar otras patologías asociativas, como problemas cardiovasculares, circulatorios y trastornos musculares. Además, de en muchos casos desencadenar pensamientos suicidas, como alternativa a sus problemas.
La neurosis depresiva toma fuerza en la sociedad actual. Por eso, los profesionales de la salud aplican planes individualizados con fármacos que actúan como inhibidores selectivos, generando serotonina en el cerebro, para disminuir los síntomas.
Al mismo tiempo, los neurólogos y terapeutas, indican tratamiento psicológico, trabajo en grupo y terapias alternativas, como acupuntura, yoga y medicación. Buscando paliativos para los síntomas, que en todo caso marquen caminos de esperanza para alcanzar un mejor nivel de vida.