El panorama a nivel mundial deja ver una constante que prevalece en las distintas regiones que componen nuestro espacio inmediato: la inestabilidad política frente a las nuevas figuras públicas, entes carismáticos y gobernantes que se han hecho del poder en los tiempos recientes.
Para los ciudadanos que forman parte de la Unión Europea (UE) es incuestionable el asenso de variados regímenes políticos que contrastan en sí mismos. Mientras que en Rusia la situación se ha vuelto más tensa por las políticas impulsadas por Vladimir Putin, Turquía se ha vuelto más autoritario y el Reino Unido se ha encapsulado en sí mismo.
La cita de todos estos casos hace visible una serie de padecimientos de interés colectivo:
- Visión endeble respecto del futuro;
- Limitantes ideológicas;
- Expectativas negativas en diferentes rubros;
- Tensa gobernabilidad; y,
- Panorama oscuro en el mediano plazo.
Estos padecimientos no son ajenos al gigante norteamericano, Estados Unidos, que en su gobernante recientemente electo Donald Trump, deja ver una enfermedad que avanza progresivamente sin algún tratamiento que contrarreste esa condición.
De acuerdo con el Diario inglés Neweurope, la radical política “proteccionista” de Estados Unidos, lejos de ser una utopía en el marco político de la Unión Americana, representa un malestar que afectará no sólo a los países relacionados directamente, sino, además, significativamente a la eurozona.
La orden ejecutiva sobre la construcción del muro fronterizo con México y la eliminación de los subsidios a las ciudades que protegían a los migrantes indocumentados, sumado a las medidas de deportación y retención de personas en los principales aeropuertos de los Estados Unidos son indicadores que requieren de una respuesta inmediata por parte de la UE.
¿Qué alternativa se puede tomar frente a este panorama? La Unión Europea debe mostrase enérgica para hacer frente a esta situación desfavorable. Se requiere del fortalecimiento de las instituciones políticas que salvaguarden la dignidad humana, el libre tránsito y el respeto a la pluralidad. Los derechos humanos deben brillar y no por su ausencia, de no ser así la miopía no sería de Trump y los Estados autoritarios, sino, al contrario, de los países que sufren de una débil visión frente al futuro venidero.
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