Es común que en algún momento de nuestras vidas suframos de halitosis o mal aliento. Y aunque seguramente lo asociamos a una mala higiene oral, debemos de saber que no es la única causa, porque, su origen puede ser local, intraoral y extraoral, debido a alteraciones orgánicas y otras enfermedades sistémicas, que producen sustancias odoríferas en el aire espirado, haciéndonos sentir incomodos. Así mismo también debemos considerar los alimentos que consumimos y el buen funcionamiento del aparato digestivo como factores de riesgo.
El aliento puede hacemos quedar mal
Algunas investigaciones indican, que en la mayoría de los caos la halitosis procede de las bacterias acumuladas en el dorso de la lengua y en el surco gingival, debido a que la estructura papilar puede retener restos de comida. Así mismo, los desechos que quedan entre los dientes y las encías, permiten la descomposición microbiana originando mal olor, mediante la producción de compuestos volátiles de sulfuro. Pero también puede darse por una infección en la cavidad nasal. (Medifam, 2002)
Existen muchas razones para que el aliento se modifique y obtenga mal olor, ya que, el flujo de saliva cambia; por ejemplo, al despertar, tras un ayuno prolongado, cuando hace rato no se habla, luego de una cita odontológica, como consecuencia de una extirpación de amígdalas o después de una gastroscopia o broncoscopia. Sin embargo, una boca sana no permite esta afección por mucho tiempo, porque la saliva se encarga de lubricar y contrarrestar las bacterias.
Los problemas bucales como la exposición pulpar o las caries; las afecciones respiratorias superiores como la rinosinusitis o la adenoiditis e inferiores como la bronquitis o neumonía; sistémico como la deshidratación o el tabaco; digestivo como el reflujo o el vómito y neuropsicológico como el síndrome de referencia olfativa o el estrés, pueden llegar a producir halitosis crónica, como causa asociativa. (Instituto del aliento, s.f.)
El uso de productos como enjuagues bucales, solo disimulan el mal olor. Por eso, debe identificarse el origen de la enfermedad para erradicarlo. Pero, en todo caso la buena higiene es imprescindible, al igual que la revisión periódica del sistema estomatológico, para prevenir daños, microbios y bacterias. De igual manera, evitar el tabaco y el alcohol, llevar una alimentación libre de tóxicos, consumir regularmente agua y realizar ejercicio físico, ayudan a purifican la sangre y mantener sano el organismo, minimizando el riesgo.
Además, inicialmente se deben tratar las enfermedades asociativas y para ello, él facultativo indicará los fármacos respectivos de acuerdo a la gravedad de la patología. Igualmente, existen en la actualidad tratamientos con láser aplicados a la superficie de la lengua y las glándulas salivales, buscando regularizar el nivel de la saliva, acabar con las bacterias y eliminar las infecciones. De modo que el mal aliento se controle o desaparezca definitivamente. (Jara, Bahamonde, & Bravo, 2014)
La halitosis se puede controlar, pero también prevenir, por tanto. es importante mantener buenos hábitos, tanto en la alimentación, el ejercicio físico y la higiene oral. Del mismo modo, es necesario visitar periódicamente al odontólogo y seguir sus recomendaciones, evitar los alimentos que irriten el estómago y dejar de lado el consumo de tabaco y alcohol. Ya que, un aliento fresco es un signo de salud, da confianza y puede llevar a que las relaciones interpersonales fluyan con mayor naturalidad.