La fructosa presente de forma natural en las frutas y la miel, pero también en algunas bebidas carbonatadas, puede afectar cientos de genes encargados de regular la actividad cerebral. La alteración de estos genes ha sido vinculada con muchas enfermedades, entre ellas: el Alzheimer, las enfermedades cardiovasculares y la diabetes.[1]
Pero, con relación a la fructosa no todo es negativo, pues los efectos que ésta produce, pueden ser neutralizados con un tipo de ácido graso omega 3. La fructosa que se obtiene de productos naturales como frutas o miel no tiene una concentración suficiente para ocasionarle daños al cerebro. Sin embargo, las concentraciones utilizadas en los productos industriales son suficientes para que todo nuestro organismo se vea afectado. De hecho, en un experimento realizado por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA por sus siglas en inglés) se ha logrado determinar que la cantidad de fructosa ingerida por miles de personas, diariamente, tiene efectos negativos para la salud.
El exceso de fructosa puede causar cambios en el epignoma
Durante el experimento, los investigadores alimentaron a un grupo de ratones con agua enriquecida con fructosa, durante un periodo de seis semanas. La cantidad de fructosa que se empleo es el equivalente a ingerir un litro diario de refrescos carbonatados.
Otro grupo de ratones fue alimentado solamente con agua, pero a un tercer grupo se le alimentó con fructosa y una dieta rica en ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido graso esencial a nivel cerebral, presente de forma natural en productos como la lechuga, el salmón salvaje y las nueces. Todos los grupos de animales habían recibido, previamente, entrenamiento para atravesar un laberinto. Al terminar el periodo, los ratones fueron puestos a cruzar el laberinto nuevamente.
Los resultados fueron sorprendentes: los ratones alimentados únicamente con agua con fructosa recorrieron el laberinto en el doble del tiempo que emplearon los ratones que sólo tomaron agua.
Las posibles causas de estos resultados se vieron al realizar la secuencia de más de 20 mil genes vinculados al cerebro. Las investigaciones demostraron que alrededor de 700 genes habían sufrido cambios epigenéticos, como consecuencia del exceso de fructosa.
La sorpresa se presentó al comprobar que los ratones que tomaron agua con fructosa más la dieta rica en ácidos grasos, tuvieron un desempeño similar al de los ratones que sólo tomaron agua. El experimento fue citado en un comunicado de prensa de la universidad.
En países como Colombia, donde el consumo de bebidas carbonatas es tan alto, debe motivarse la reducción de estas bebidas y recomendar el consumo de ácidos grasos omega 3, pues cambia no sólo unos pocos genes; al parecer, empuja todo el patrón de genes para que vuelva a la normalidad.
La enfermedad de Alzheimer en sus inicios se caracteriza por las pequeñas e imperceptibles pérdidas de memoria que, con el paso del tiempo, se hace cada vez más notoria e incapacitante para el afectado, en nuestro país cerca de 200 mil personas padecen esta enfermedad[2]
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