Un artículo publicado recientemente en la revista Cell Metabolism (“Sex and Gender: Critical Variables In Pre-Clinical and Clinical Medical Research”) encendió nuevamente el debate, ya que asegura que existen variables, como las hormonas, que pueden modificar el potencial de los medicamentos en el paciente dependiendo de su sexo.
Cabe recordar que también existen diferencias cromosómicas entre hombres y mujeres, sin embargo, son pocas las investigaciones que estudian el comportamiento de los medicamentos en función de los cromosomas XX y XY.
Al respecto, Deborah J. Clegg, profesora de Ciencias Biomédicas en el Hospital Cedars-Sinai en California, Estados Unidos, y una de las principales autoras de este artículo, ha señalado que “cuando el médico receta un medicamento lo más probable es que este no haya sido probado en mujeres”, y que “casi toda la investigación básica –independientemente de si implica a roedores, perros o humanos– se realiza predominantemente en machos”.
Aunque las hormonas sexuales, por ejemplo, están implicadas en todos los procesos biológicos, sus fluctuaciones asociadas al ciclo menstrual pueden afectar los resultados de las investigaciones de fármacos en modelos animales, por lo que se suelen excluir a las hembras si bien deberían considerarse en los estudios.
Sin embargo, cuando se les considera suelen ignorarse sus circunstancias hormonales. Al respecto, destaca que “muchos investigadores no saben cómo incluir las diferencias sexuales en sus ensayos”.
Por ello, resulta evidente que el sexo puede repercutir en la efectividad de las medicinas, tema sobre el cual aún se sabe poco.
“Hay tantas variables en la investigación médica que el diseño de un fármaco no puede hacerse simplemente poniendo a todas las mujeres en un mismo grupo y menos aún excluyéndolas”, destaca la investigadora, quien añade que “lo ideal sería que hubiera fármacos diseñados en función del sexo y de cada persona”.
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