La Dislexia, agrupa a un porcentaje pequeño de la población mexicana, el 7%, aunque muchos de los casos no son registrados. Sin embargo a nivel mundial , más de 700 millones de personas entre niños y adultos, se tienen que enfrentar a este trastorno que no solo afecta el aprendizaje, sino la autoestima y la socialización. (UNAM, 2018).
Esta alteración del lenguaje, entorpece el aprendizaje, porque el cerebro funciona de una manera diferente cambiando el orden de las letras y los números. Lo que dificulta la lectoescritura, la comprensión de los números, la comunicación y en la mayoría de los casos el habla.
Leyendo el mundo de otra manera
Este trastorno se relaciona muchas veces con desinterés, falta de concentración y desatención. Es más notable en la etapa escolar, donde el niño se enfrenta a la asociación de letras, palabras y sonidos. Al igual que, a la comprensión de operaciones matemáticas y estructuras de aprendizaje más complejas, donde debe ordenar secuencialmente símbolos.
Algunas investigaciones, aseveran que en este trastorno la carga genética tiene un papel preponderante, identificando genes asociativos a la patología que se transfieren por la herencia. Sin embargo, no desechan la posibilidad de que causas externas hagan parte de esta dificultad del lenguaje (A.M. Galaburda, 2013)
La falta de conciencia fonológica, donde el individuo no es capaz de categorizar los sonidos y tiene otra percepción alofónica diferente a la mayoría. Es otra de las teorías sobre las causas que provocan la Dislexia. Lo que hace que la habilidad para identificar fonemas y números sea limitada.
Otra de las observaciones hechas en los estudios, muestran que las conexiones cerebrales tienen un cableado diferenciador, haciendo que el reordenamiento, reciclaje y automatización, para desarrollar tareas de lectoescritura y matemáticas, sea totalmente diferente.
A pesar de los estudios desarrollados por muchos años, esta dificultad de aprendizaje aún no presenta cura. En, pero, existen tratamientos paliativos que mejoran considerablemente los síntomas, haciendo que el niño pueda adaptarse a un proceso de aprendizaje un poco más lento, pero que logra fortalecer conexiones entre los fonemas, palabras y sonidos naturalmente.
La intervención de los profesionales de la salud en trastornos como la dislexia, buscan sensibilizar al individuo, la familia y su entorno, para entender la incapacidad a la que se enfrentan y trabajar conjuntamente con técnicas adaptativas sugeridas por los terapeutas. De modo que, el niño aprenda a hacer asociaciones de sonidos que le permitan lograr la meta de aprendizaje establecido.
En México, entidades gubernamentales y particulares buscan establecer pautas para detectar en forma temprana esta dificultad. De tal forma, que no se descuide el desarrollo cognitivo, académico, social y emocional del individuo. De igual manera, buscan herramientas como la lectura en familia y escuchar cuentos y audiolibros, como parte de tratamiento temprano, gracias a que estas acciones estimulan las ondas del cerebro y facilitan el desarrollo de nuevas habilidades.
Igualmente, unos estudiantes mexicanos crearon una aplicación móvil, Dislexate, muy novedosa, para que niños de 7 a 12 años de edad, juegan en un video interactivo por 25 minutos aproximadamente. Donde sin saberlo, se está haciendo un pre-diagnóstico sobre dislexia fonológica, profunda, superficial o visual. Facilitando la primera evaluación, tanto para los padres, educadores y personal médico. (Agencia EFE, 2018)