Cuando hablamos de la contaminación y la calidad del aire pensamos y sentimos un ambiente nublado, pero también incluye la composición de los contaminantes y redes de monitoreo, además de exigir tomar cartas en proteger la salud de la población y del mejoramiento de la calidad de vida.
A escala mundial la contaminación del aire ocupa el noveno lugar entre los factores de riesgo de enfermedad cardiovascular modificables, por encima de otros factores como la escasa actividad física, la dieta alta en sodio, colesterol alto, y el consumo de drogas. En Colombia y ,particularmente, en ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, la contaminación está entre los primeros lugares como principales factores de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Los contaminantes del aire son una compleja mezcla de gases, líquidos y partículas en suspensión. Conformado por material particulado en el aire (PM) y gases contaminantes: ozono, dióxido de nitrógeno (NO2), compuestos orgánicos volátiles (incluyendo benceno), monóxido de carbono (CO) y dióxido de azufre (SO2). Unos son contaminantes primarios, tales como las partículas de hollín. Las principales fuentes de NO2 son el tráfico motorizado por carretera, generación de energía, fuentes industriales y la calefacción residencial. Los contaminantes como el ozono, se forman a través de reacciones fotoquímicas complejas de óxidos de nitrógeno y componentes orgánicos volátiles. El material particulado se compone de partículas que difieren en tamaño y composición. Las partículas gruesas medida en diámetro (10- 2,5μ), partículas finas (2,5 -0,1 μ), y las partículas ultrafinas (0,1 μ) que penetran por los alvéolos a nivel sistémico.
En un estudio realizado en Colombia se determinó que los efectos del plomo sobre la salud incluyen alteraciones a nivel hematológico, neurológico, cardiovascular y renal principalmente. Dentro de las alteraciones neurológicas relacionadas, se han descrito, compromiso de la memoria a largo plazo, alteraciones del habla, alteraciones visuales, compromiso de la atención auditiva, entre otros. Estos hallazgos fueron reportados en Colombia por Patiño y colaboradores.[1]
Entre los efectos a corto plazo se encuentran el incremento de la mortalidad por enfermedades respiratorias (+1,5%) y cardiovasculares (+0,8%) agudas, (fibrilación auricular, infarto agudo de miocardio e insuficiencia cardiaca), afectando especialmente a mayores de 65 años y con enfermedad cardiovascular previa, pero también se relacionan con desarrollo y progresión de la aterosclerosis e incluso con modificaciones epigenéticas.[2]
Cardiólogos, científicos y todo personal profesional en salud, al igual que los ministerios de ambiente en cada país deben promover el apoyo a iniciativas educativas, políticas, así como asistenciales y de asesoramiento a toda la población sobre la contaminación ambiental del aire y sus grandes impactos en la salud respiratoria.
La contaminación del aire debe ser visto como uno de los factores principales de riesgo modificables en la prevención y tratamiento de las enfermedades cardiovasculares ya que afectan la sensibilidad a la insulina, facilitan la aparición de hipertensión y diabetes mellitus a través de las respuestas inflamatorias sistémicas.
[1] (Sostenible, 2012)
[2] (Bueno, 2015)
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