Cuando un niño es llevado a la consulta del médico, es molestado, desnudado y tumbado en una camilla. Tanto los pequeños como los más grandecitos, suelen vivir esta experiencia con temor, algunos gritan, otros lloran, sudan y se sienten agredidos.
En algunas oportunidades la agresión y el dolor físico son reales porque se les cura, pincha, se introduce un depresor en la garganta. En otras oportunidades, los niños se sienten desprotegidos, debido a su desnudez con su independencia y su autonomía mutiladas, se ven expuestos a riesgos desconocidos por ellos, lo cual les genera dolor y ansiedad.
Los niños se sienten desprotegidos al ser desnudados completamente; otros al ser acostados en la camilla. En consecuencia, lloran y protestan desconsolados.
El pediatra o especialista, debe ser sensible en estos casos y preguntar o entender el lenguaje corporal de los pequeños y explorarlos, siempre que sea posible, en la postura que ellos se encuentren más cómodos, incluso abrazados a su madre.
Cuando los niños deben ser llevados a un hospital de urgencias, generalmente son examinados en cuartos poco amigables. A muchos se les somete a exploraciones dolorosas como una extracción de sangre para análisis, sondaje de vejiga para recoger orina, puntos de sutura, aspiración de secreciones nasales, punción lumbar, curas, aplicación de inyecciones o sueros.
En estos casos, los niños deben permanecer con al menos uno de sus padres, porque sólo éstos consiguen que su hijo se sienta protegido. Además, es una protección que tiene potentes efectos analgésicos. También, ayuda disminuir la ansiedad, el llanto y el dolor del niño1.
Sin embargo, en muchos servicios de urgencias no se permite la presencia de los padres durante la extracción de sangre para análisis, ni se permite su presencia durante procedimientos dolorosos1. Se aduce que las causas principales para ello es que los padres no están preparados o se ponen nerviosos, sin embargo, existen estudios previos que han demostrado lo contrario2.
En definitiva, para el médico pediatra los padres son el mejor recurso a la hora de proteger a los menores de la ansiedad, el estrés y el miedo cuando atienden en consulta a un menor.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
- Game y cols. Anales de Pediatría, 72:243, abril 2010.
- Wolfram R y cols. Pediatric Emerg Care 1997; 13:325 y Acad Emerg Care 1996; 3:58