La comunicación es una de las herramientas indispensables en nuestra vida y en el ámbito de la salud, es la herramienta más poderosa en la consulta médica. Esto es debido a que nos permite obtener información del paciente y, además, hace que este se sienta escuchado y pueda manifestar sus emociones de la mejor forma posible.
El estudio de la comunicación médico-paciente ha sido objeto de numerosas investigaciones, siendo el tema de la sinceridad y transparencia con el paciente uno de los fundamentales. En el ámbito de la sinceridad con el paciente hay que darle importancia no solo al mensaje terapéutico en sí, sino también, al grado de convicción a la hora de formular ese intercambio.
Las emociones del paciente merecen ser analizadas
Otro tema relevante está relacionado con las emociones del paciente y la percepción del nivel de ansiedad o estrés del paciente por parte del médico, que requiere de tres habilidades: interpretación de los estados emocionales, empatía y escucha activa.
En la actualidad, la inteligencia emocional para el manejo de las emociones es una pieza fundamental en la formación médica y, hoy en día, se contempla ya en los procesos circulares de los futuros facultativos médicos.
Está demostrado que los profesionales sanitarios con un nivel alto de inteligencia emocional presentan mayor optimismo y menos cansancio emocional, son más sensibles a las emociones de los pacientes, obtienen una mejor relación médico-paciente al mejorar la calidad de las interacciones, y mantienen una mayor salud física y mental, así como menos síntomas psicosomáticos.
El síndrome de Burnout es una realidad en la práctica clínica diaria
Hay que señalar, además, que un médico con adecuadas habilidades de comunicación clínica recibe menos demandas, mejora el grado de adherencia de los pacientes al tratamiento y su nivel de satisfacción es mayor.
El desarrollo y la utilización de la Inteligencia Emocional para manejar las emociones puede ser una herramienta muy útil a la hora de prevenir el desgaste profesional, teniendo un efecto no solo en la calidad de la relación con los pacientes, sino también en los profesiones ayudando a reducir el Burnout.
El síndrome de Burnout es una realidad en la práctica clínica diaria y que puede tener importantes repercusiones en su desempeño. Básicamente, hace referencia a un estado psicológico posterior a un período prolongado de exposición a factores de riesgo psicosocial y se caracteriza por la presencia de agotamiento emocional, despersonalización y baja realización profesional.
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