El índice de obesidad de la población adulta japonesa es de 3.5 por ciento. Se trata de uno se los países desarrollados con el índice más bajo en comparación con otros países industrializados como Alemania, Francia, Reino Unido e Italia donde su índice fluctúa entre el 21 al 26 por ciento.
¿Cómo lo han logrado?
Katrin Engelhardt, experta en nutrición para la región del Pacífico Occidental de la OMS, asegura que Japón debe su nivel bajo de obesidad y sobrepeso a dos leyes que forman parte de su campaña nacional llamada Salud Japón 21.
La primera ley es Shuku Iku que busca sobre todo educar a los niños. Esta ley, vigente desde 2005, fomenta los menús saludables en las escuelas, la contratación de nutricionistas profesionales que dan clases especificas sobre alimentación, pero sobre todo hay una cultura de la buena alimentación. Los niños no sólo comen saludable, también lo ven como un acto social, ya que ayudan a preparar, repartir, ponen la mesa y comen juntos a la hora de la comida.
La otra ley es la Metabo, o la ley del metabolismo que invita a los adultos entre 40 y 75 años a medirse el contorno de la cintura anualmente. Como lo marca la OMS la circunferencia de más de 94 centímetros en hombres y más de 80 en mujeres indica mayor riesgo de complicaciones metabólicas.
Las mediciones las promueve la administración pública de salud y las empresas, las cuales además promueven los descansos en los trabajadores para hacer ejercicio y los anima a llegar hasta su lugar de trabajo caminando o en bicicleta.
Además de las medidas legislativas, también existen otras situaciones culturales, los japoneses hacen especial énfasis en consumir comida fresca de producción local. Para los japoneses como “en algunas culturas asiáticas la comida siempre se ha considerado como algo casi medicinal”, de acuerdo a Engelhardt.
Otro de los factores culturales es su predilección por porciones pequeñas. “En Japón, en los eventos familiares, en la cocina tradicional, se sirven muchos platos en porciones pequeñas, con muchos vegetales y con mucha comida fresca”, recuerda Engelhardt.
En contraste, México no pone atención a estas medidas, si bien se han tratado de implementar programas en los que se anima a la población a hacer ejercicio y a comer más saludable, éstas no han rendido frutos. Nuestra país ocupa el tercer lugar con el índice de obesidad más alto en América Latina (23.7 por ciento como indicador, que lo ubica por debajo de Argentina y Chile).
Pero lo que sobresale más es la educación. Explicar y poner como prioridad una alimentación sana y balanceada desde temprana edad en nuestra población llevará a erradicar la obesidad que tantas enfermedades produce en la población.