A lo largo de los últimos años se ha vuelto común escuchar el término intolerancia al gluten. Incluso cada vez más personas se han hecho conscientes con respecto a su alimentación al implementar dietas especiales. Pero lo cierto es que al final todavía no queda claro su significado y hasta se ha distorsionado lo que implica.
Para la mayoría de las personas, no hay necesidad de eliminar por completo los alimentos que contienen gluten y no se ha demostrado ningún beneficio de hacerlo, afirma el Licenciado en Medicina y Cirugía, Sarmed Sami, gastroenterólogo de Mayo Clinic Healthcare en Londres. Además explica el motivo y la diferencia entre dos enfermedades relacionadas con el gluten: la celiaquía y la intolerancia.
Intolerancia al gluten y enfermedad celíaca: Principales diferencias
El gluten es una proteína que se encuentra en cereales, como el trigo, la cebada y el centeno. En la celiaquía, la ingesta de gluten desencadena una reacción autoinmune que provoca daño celular en el intestino delgado. Esto, a su vez, puede causar diarrea, fatiga, pérdida de peso, hinchazón, anemia y otros problemas, y derivar en complicaciones graves.
La intolerancia al gluten es más común. Se compara con la intolerancia a los lácteos, la cebolla o el ajo.
“En la intolerancia al gluten no hay daño celular ni inflamación. Es más bien una sensibilidad. Si al consumirlo se produce una reacción inmediata, como diarrea, es más probable que se trate de intolerancia que de celiaquía, ya que es un proceso lento que no se suele sentir inmediatamente”.
¿Cómo se identifica cada uno?
Un signo de que una persona tiene intolerancia al gluten o celiaquía es la presencia de uno o más síntomas gastrointestinales, como diarrea, hinchazón o acidez estomacal, que disminuyen o desaparecen si se elimina esta proteína de la dieta y aparecen nuevamente si la persona regresa a su consumo. Si esto ocurre, es importante hacerse pruebas en caso de que se trate de una celiaquía más grave.
Para tratar la intolerancia al gluten basta con reducir el consumo de alimentos que lo contienen, en lugar de eliminarlos por completo, afirma el especialista.
“Depende del grado de intolerancia. A algunas personas les basta con reducir a la mitad la ingesta de gluten, mientras que otras necesitan reducir en mayor medida. Es diferente de la celiaquía, en la que se debe evitar el gluten de forma completa y estricta”.
El diagnóstico de la celiaquía suele comenzar con un análisis de sangre para determinar si el organismo considera el gluten como un invasor y genera niveles elevados de anticuerpos para protegerse. Si el análisis de sangre da un resultado positivo, se usa una prueba por imágenes llamada endoscopia para realizar biopsias y verificar si hay daños en el intestino delgado.
“Por lo general, recomendamos que las personas no sigan una dieta sin gluten si se les realizan pruebas de celiaquía, porque puede derivar en resultados falsos negativos en el análisis de sangre”.
Para la mayoría de los pacientes con un diagnóstico de celiaquía, la eliminación del gluten mantiene esta enfermedad bajo control. Sin embargo, sin un diagnóstico de celiaquía, no hay motivos para eliminarlo de la dieta.
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