Los adolescentes han sido considerados como una de las poblaciones más vulnerables de la sociedad y se consideran susceptibles a los riesgos sociales y con cierta fragilidad a ser abatidos por las situaciones o circunstancias del entorno, siendo una de sus principales problemáticas el ámbito social e individual1 debido a los cambios que experimentan y a las innumerables transformaciones tanto en aspectos fisiológicos, psicológicos, biológicos y socioculturales, que intervienen en su toma de decisiones y la resolución de problemas2.
Con base en lo anterior, la Organización Mundial de la Salud (OMS) menciona que hasta el 50% de los trastornos de salud mental se manifiestan por primera vez a los 14 años, pero la mayoría de los casos no se reconocen ni se tratan, y tienen consecuencias graves para la salud mental durante toda su vida3.
Se ha observado que, durante la adolescencia, aumentan los trastornos depresivos, afectando con mayor severidad a las mujeres4. La depresión, se caracteriza por la presencia de ánimo triste, irritable o vacío, acompañado de cambios somáticos y cognitivos que afectan significativamente la capacidad del individuo para funcionar de manera correcta5.
La OMS en el informe sobre la salud en el mundo se refiere a la depresión como la principal causa de discapacidad a nivel mundial, y la cuarta de diez causas principales de la carga de morbilidad a nivel mundial6.
Frente a este panorama, la sociedad ha centrado su atención en la depresión, cobrando relevancia, por los altos índices de prevalencia e impacto que ha generado sobre la sociedad. La depresión representa un grave problema de salud mental para los adolescentes7.
La depresión depende de factores, sucesos y situaciones que requieren un cambio en la rutina de la persona para menguar el impacto producido por el estrés que perturba los mecanismos que mantienen la estabilidad cognitiva, emocional, fisiológica y que altera las actividades normales de los individuos8, surgiendo entonces la posibilidad de conceptualizar factores psicológicos positivos como la inteligencia emocional para mantener el equilibrio entre los sucesos vitales estresantes y las habilidades adaptativas9.
Recientemente se ha definido a la inteligencia emocional como la destreza de las personas y el proceso deliberado que requiere esfuerzo para atender y percibir los sentimientos de forma apropiada y precisa, la comprensión adecuada, la capacidad de asimilarlos y la destreza para regular y modificar el propio estado de ánimo y el de los demás voluntariamente10.
Se considera también que el equilibrio personal es un factor clave para lograr un reconocimiento de las propias emociones, siendo de vital importancia el saber restaurarlas ante las diversas dificultades como base de una sana convivencia11.
Junto a otros factores de riesgo, una baja inteligencia emocional es un factor determinante en el desarrollo de sintomatología depresiva, por lo que la inteligencia emocional en los jóvenes adolescentes puede influir favorablemente para evitar el desarrollo de síntomas depresivos, que pueden tener origen en situaciones familiares, personales y económicas12.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
- Shaffer, D., & Waslick, B. (2003). Las múltiples caras de la depresión en niños y adolescentes. Madrid: Psiquiatría Editores.
- Cortés, A., Aguilar, J., Medina, R., Toledo, J., & Echemendia, B. (2010). Causas y factores asociados con el intento de suicidio en adolescentes en la provincia Sancti Spiritus. Revista Cubana de Higiene y Epidemiología, 48(1), 15-18.
- Organización Mundial de la Salud (OMS). (2014). Salud para los adolescentes del mundo. Una segunda oportunidad en la segunda década. Impreso por el servicio de Producción de Documentos de la OMS. Ginebra, Suiza. http://apps.who.int/ adolescent/second-decade/files/WHO_ FWC_MCA_14.05_spa.pdf
- Wagner, F., Gallo, J., & Delva, J. (1999). Depression in late life: A hidden public health problem for Mexico? Salud Pública de México, 41(3), 189-202.
- American Psychiatric Association (APA) (2012). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (4ª. Ed., texto revisado). Washington, DC.: editorial
- Organización Mundial de la Salud (OMS). (2001a). Salud mental: nuevos conocimientos, nuevas esperanzas. Informe sobre la salud en el mundo. Impreso por el servicio de Producción de Documentos de la OMS. Ginebra, Suiza. file:///E:/documentos/articulos/saludario/septiembre%2021/Carca/881-Texto%20del%20art%C3%ADculo-1337-1-10-20200810.pdf
- Veytia, M., González-Arratia, N., Andrade, P., & Oudhof, H. (2012b). Depresión en adolescentes: El papel de los sucesos vitales estresantes. Salud mental, 35(1), 37-43.
- Ingram, E., Miranda, J., & Segal, Z. (1998). Cognitive Vulnerability to Depression. New York: Guilford Press.
- Salovey, P., & Mayer, J. (1990). Emotional intelligence. Imagination, Cognition and Personality, 9, 185-211.
- Eisenberg, N., & Spinrad, T. (2004). Emotionrelated regulation: sharpening the definition. Child Development, 75(2), 334-339.
- Ferragut, M., & Fierro, A. (2012). Inteligencia emocional, bienestar personal y rendimiento académico en preadolescentes. Revista Latinoamericana de Psicología, 44 (3), 95-104
- Karim, J., & Shah, S. (2013). Ability emotional intelligence predicts quality of life beyond personality, affectivity and cognitive intelligence. Applied Research Quality Life, 9, 733-747