En el año 2026, un adulto sano comienza con dolor de garganta y malestar general. Como posee un seguro de gastos médicos inteligente, se conecta a la plataforma y habla con el asistente virtual sobre sus síntomas. A través de la computadora, envía una foto de su garganta y datos sobre la temperatura. Inmediatamente el sistema diagnostica una faringoamigdalitis viral y envía a la casa del paciente, los medicamentos requeridos, así como la programación de las próximas citas. ¿Realmente ocurrirá así?, ¿los médicos estamos a punto de ser sustituidos por la IA?
Primero digamos que la IA es una disciplina que utiliza la informática, para crear sistemas que realizan tareas similares a las de la inteligencia humana, como aprender, reconocer patrones y tomar decisiones. Dentro de la IA se encuentra el aprendizaje automático, conocido en inglés como machine learning, que se enfoca en el desarrollo de algoritmos y modelos que permiten a los sistemas aprender automáticamente a partir de los datos disponibles y mejorar su rendimiento con el tiempo.
Sin duda la IA es algo que llegó para quedarse y los médicos como cualquier profesional, tendremos que interactuar con estos sistemas y adaptarnos a los cambios por el bien de nuestros pacientes.
Sin embargo, no creo que sustituyan al médico, de la misma manera que la televisión no sustituyó a la radio y la computadora en aviación, no ha podido sustituir la presencia del piloto. Existen actividades médicas que siguen siendo muy complejas para automatizar, debido a la multiplicidad de factores y escenarios. Decía William Osler, uno de los padres de la medicina moderna: “La medicina es la ciencia de la incertidumbre y el arte de la probabilidad”. Pero más aún, la IA no ha podido reemplazar habilidades y sentimientos humanos como la compasión, el sentido común y la solución de dilemas éticos. Hasta el momento, solo el ser humano es capaz de razonar lógicamente y mezclar la razón con la intención, la ética, lo afectivo y la experiencia.
Cuando entra un paciente al consultorio, no solo acude en busca de mejoría, viene a confesar sus miedos, a compartir su angustia, viene a ser escuchado, a sentir una mano solidaria sobre su hombro y a sentirse acompañado en su enfermedad. Todo esto, aún es muy difícil que lo haga un sistema de IA.
Así que en el año 2026, lo más seguro es que el paciente haga una cita automática en el sistema de IA, acuda al consultorio con el diagnóstico, y yo, después de examinar su garganta y tomar los signos vitales, le ponga afectuosamente una mano en el hombro para decirle con voz cálida, que efectivamente es una faringoamigdalitis viral, le explique por qué no debe tomar antibióticos y le recomiende que se quede en cama dos días, bien abrigado y tome té caliente, algo que hubiera dicho cualquier abuela en los inicios del siglo XX, sin necesidad de IA, ni sistemas complicados de salud.