En 2012, a través de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut), el Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) afirmó que el Virus de la Hepatitis C (VHC) afectaba a entre 1.4 y 1.7 millones de mexicanos, 700 mil de los cuales contaban con requerimientos antivirales específicos. Más preocupante resulta que hasta 65 por ciento de los pacientes podrían tener una infección crónica, pero sólo 30 por ciento sabe de esta condición y apenas un 0.6 por ciento recibe tratamiento.
Con el objetivo de mejorar la atención que reciben los pacientes con hepatitis C, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) pidió a los profesionales de la salud continuar dándole seguimiento a estas personas durante toda su vida, incluso después de haberse superado la fase crítica de la enfermedad, pues se pueden presentar secuelas o complicaciones en el futuro.
Al respecto, Ernesto Eduardo Echegaray Guerrero, titular del servicio de infectología del Hospital de Especialidades del IMSS en Jalisco, afirmó que los pacientes de hepatitis C pueden desarrollar cáncer de hígado o cirrosis incluso después de que las pruebas de carga viral hayan resultado negativas. Por ello, insistió en que el seguimiento médico jamás se suspenda.
Asimismo el especialista apuntó que la reincidencia de la hepatitis C es relativamente baja; sin embargo, el daño hepático que puede ocasionar la enfermedad es permanente. Por otra parte, advirtió que la evolución de este deterioro puede llevar varios años antes de mostrar los primeros síntomas, por lo que también recalcó la importancia de fomentar una cultura de prevención y detección oportuna de este padecimiento.
Desde 2000 hasta 2014, la Dirección General de Epidemiología (DGE) registró alrededor de 23 mil casos anuales de hepatitis virales en el país. De ellos, el 8 por ciento (poco más de 27 mil a lo largo de todo es periodo) correspondieron a hepatitis C. Por otro lado, la cirrosis hepática y el cáncer de hígado son responsables de 30 mil y 5 mil muertes cada año en México.