Fundado en 1943, el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) es la base de la salud pública en México. Pero por desgracia durante los últimos años ha sido ignorado por los gobernantes. Eso se traduce en una falta de inversión que se puede apreciar en sus descuidadas instalaciones. Mientras que cada año aumenta el número de afiliados, en lo relativo a la contratación de personal no se observa lo mismo.
En ese sentido, trabajar en el IMSS se ha convertido en una tortura para los profesionales de la salud. Todos enfrentan extenuantes jornadas de trabajo y la carga laboral cada vez es mayor. Parte del fenómeno es provocado por la cantidad inadecuada de personal con la que se cuenta.
Aumentan pacientes pero no médicos
Como parte de una investigación de la revista Proceso, se identificó el alarmante estado en el que se encuentra el IMSS. En la actualidad existe 1.44 médicos por cada mil derechohabientes. El problema es que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) recomienda 3.4 por cada millar de personas. Al final eso se traduce en un déficit de 94 mil 516 médicos en el instituto.
A raíz de la situación anterior, en promedio a cada médico general del IMSS le corresponden 3 mil derechohabientes. La mala distribución es una de las mayores fallas que existen en la actualidad.
Falta de camas de hospital
En el apartado de número de camas de hospital se repite el inconveniente. El IMSS registra 1.5 por cada mil pacientes. En comparación, el promedio del resto de países de la OCDE es de 4.7 camas por cada mil personas. Esto significa que en el instituto existe un déficit de al menos 192 mil 908 camas.
Como ya se apuntó, una de las consecuencias inmediatas es la saturación permanente en las unidades. Los profesionales de la salud no tienen tiempo libre ni de relajación durante sus jornadas de trabajo. A su vez, los pacientes deben soportar durante horas en los pasillos para poder recibir atención. Se trata de un círculo vicioso que parece no tener solución.