Hipocondríaco, se entiende como la preocupación por el temor a tener o por la convicción de tener una enfermedad importante, con base a una interpretación inadecuada que hace el propio individuo de un síntoma que padece. El paciente, a diferencia de lo que pasa en otras enfermedades psiquiátricas, no suele llegar a afirmar qué enfermedad concreta padece. Los signos corporales que pueden hacer creer que se está enfermo son, por ejemplo, los lunares, pequeñas heridas, tos, latidos del corazón, movimientos involuntarios o sensaciones físicas no muy claras. Cuando el médico descarta la enfermedad, el hipocondríaco se tranquiliza momentáneamente pero su preocupación regresa al cabo de un tiempo.
Sin embargo, en medicina se desconoce la razón por la cual se empieza a interpretar de forma catastrófica, cualquier signo corporal. Los códigos diagnósticos dados por la OMS de ésta son DSM-IV-TR y ICD-10; es posible que el paciente asocie la enfermedad con una experiencia traumática y se invente los síntomas para no bajar la guardia, tienen un miedo desmedido a la muerte, al dolor, al sufrimiento, a la debilidad y a depender de otros.
Las personas hipocondríacas son depresivas e inseguras de sí mismas. Utiliza la excusa de estar enfermo para llamar la atención de los demás. Además, este problema mental se intensifica cuando la vida de la persona gira en torno a esos males que cree padecer.
Generalmente, suele aparecer en la edad adulta, entre los 30 y los 50 años, aunque también pueden padecerla niños, atemorizados por los miedos de sus progenitores. Debe tenerse en cuenta que, la forma de manifestarse un trastorno hipocondríaco puede variar mucho de un individuo a otro.
Cuando a un hipocondríaco se le dice que su mal es psicológico, en realidad, se le está diciendo que todo lo que siente es “irreal”. Sin embargo, las sensaciones que padece el hipocondríaco son totalmente reales. Los procesos psicológicos tienen una realidad total en el cuerpo. El dolor, la angustia y las enfermedades psicosomáticas son completamente reales, aunque los procesos que las desencadenan sean psicológicos y no se deban a una enfermedad física.
Muchas personas hipocondríacas evitan las consultas médicas porque prefieren quedarse con una duda que les llena de angustia y ansiedad a enfrentar la posibilidad de una enfermedad real.
Otros van al médico, lo suelen hacer de forma repetitiva porque cuando el profesional de la salud les anuncia que no están enfermos sienten un alivio momentáneo. Cuando el alivio desaparece y la duda se instala de nuevo, necesitan volver a consultar a un médico.
La hipocondría, tradicionalmente ha sido una enfermedad difícil de tratar, pero ensayos recientes dan nueva esperanza de la posibilidad de un tratamiento eficaz. El tratamiento con resultados más contundentes hasta ahora es la terapia cognitivo-conductual.
Aun así, se ven campos que precisan más investigación, por ejemplo, el empleo de psicofármacos, y la combinación de estos con la psicoterapia. Como recomendación se debe tener en cuenta acordarse de la necesidad de siempre tratar al paciente hipocondríaco con empatía, y no olvidar que el hecho de que sus problemas sean principalmente psicológicos, no significa que no son problemas graves.[1]
[1] (health, 2005) RB-M-21970
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