Entre los factores de riesgo más frecuentes para el deterioro cognitivo y la demencia se encuentra la hipertensión. Este factor de riesgo es potencialmente prevenible y tratable. Cuanto más pronto se diagnostique la hipertensión y se inicie un el tratamiento y control de la misma, menor será el declive cognitivo.[1]
La relación inversa que existe entre la hipertensión sostenida y la función cognitiva, se demuestra en estudios que indican que, ante la hipertensión hay un déficit cognitivo importante: alteraciones de la memoria y las habilidades de razonamientos abstractos, disminución de la atención, reducción en la flexibilidad mental.
La demencia es un síndrome que se caracteriza por la pérdida progresiva e irreversible de las funciones cognitivas: memoria, atención, la habilidad visual, espacial y de lenguaje, la función ejecutiva, que afecta e interfiere con el estilo de vida de los individuos y de las personas que pertenecen a su círculo familiar; la demencia es más común a medida que se envejece y puede ser modificable en la medida en que factores de riesgo como la hipertensión, se intervenga a tiempo para frenar el aceleramiento de este proceso que afecta a individuos menores de 65 años. Aunque muchos estudios demuestran la relación entre hipertensión y demencia, todavía es escasa la investigación acerca del deterioro cognitivo en pacientes menores de 65 años con hipertensión.[2]
Esta enfermedad es un problema de salud pública. La prevalencia de la hipertensión en adultos alcanza cifras alarmantes en el mundo y está determinada, principalmente, por hábitos de vida inadecuados.
Entre el diagnóstico de la hipertensión y la aparición de problemas cognitivos pueden pasar muchos años. La longevidad es cada vez mayor, lo que aumenta los problemas cognitivos asociados a la edad y como consecuencia de la hipertensión no controlada. Cuando los vasos sanguíneos del cerebro son sometidos a condiciones de presión elevada de manera crónica, con el paso de los años dejan de funcionar adecuadamente, causando trastornos cognitivos.
La hipertensión afecta cada vez a más niños, jóvenes y adultos con un efecto negativo a nivel de la memoria, la capacidad de atención y de organización de ideas.
A pesar del amplio conocimiento que tienen los profesionales médicos, de la relación estrecha que existe entre la hipertensión y el deterioro cognitivo, y cómo su tratamiento oportuno contribuiría a retardar la progresión del deterioro, no sólo cognitivo, sino también físico, no se toman medidas más enérgicas para el tratamiento efectivo de la hipertensión.
No basta con ofrecer tratamiento; lo importante, radica en promover cambios permanentes en la conducta de los pacientes para prevenir y reducir el problema, estimulandolos a modificar los hábitos alimenticios y fomentar el aumento la actividad física, sobre todo, en un país como Colombia donde el sedentarismo, el sobrepeso y la obesidad, así como el excesivo consumo de sal, tiene efectos negativos en contra de la salud.
[2] https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/dementia
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