Existen miles de formas de mostrarle a nuestro perro lo mucho que lo queremos, y una de ellas es besándole o dejando que nos bese, aunque muchas veces desconocemos el riesgo que puede traer consigo esta muestra de afecto.
Para abordar este tema, es necesario conocer que existen numerosas bacterias, virus y desde luego, parásitos en la saliva de nuestras mascotas, que dan como resultado enfermedades poco comunes como la que a continuación te platicaré.
La hidatidosis o equinococosis quística, es una zoonosis parasitaria causada por Echinococcus granulosus. Su ciclo vital incluye perros, ovejas y otros animales; y se ha demostrado que los factores son un riesgo en los bajos niveles socioeconómicos, la escasa educación sanitaria, áreas rurales y relación con perros, ya que el E. granulosus reside en el intestino delgado de los perros y otros cánidos salvajes.
También se ha demostrado que en el intestino de estos hospedadores intermedios, sí, así como lo lees, intermedios ya que el humano es el hospedador final, los huevos liberan las oncoesferas, que atraviesan la mucosa intestinal y, a través de la circulación portal son atrapados fundamentalmente en el hígado, el cual se ve comprometido en el 75% de los casos, en algunas ocasiones las oncoesferas pueden eludir el filtro hepático y acceder a la circulación sistémica, desde la cual se diseminan a otros órganos, por ejemplo; el pulmón que es la localización extrahepática más frecuente.
Los principales síntomas en los pacientes con equinococosis hepática son el dolor abdominal, de predominio en epigastrio e hipocondrio derecho, y la hepatomegalia de la mano con afectación del sistema nervioso central, lo que origina vómitos, y como parte de la clínica secundaria, a la hipertensión intracraneal, convulsiones o ataxia.
El diagnostico de certeza viene determinado por el hallazgo del parasito en el examen microscópico del fluido del quiste hidatídico o en la muestra histológica. Existen criterios clínicos como la reacción anafiláctica debido a la ruptura del quiste, masa quística sintomática diagnosticada mediante técnicas de imagen, y desde luego el quiste diagnosticado muchas veces de forma incidental. También existen criterios diagnósticos, los cuales consisten en lesión característica diagnosticada mediante técnicas de imagen, serología positiva, examen microscópico del fluido y hallazgo quirúrgico compatible.
Una de las herramientas que utilizamos para el diagnóstico, es por supuesto, la serología, con varias técnicas incluyendo ELISA, hemaglutinación indirecta y aglutinación con látex, las cuales nos dan una sensibilidad entre el 85 – 98% para quistes hepáticos así como del 90 – 100% en lesiones localizadas en múltiples órganos. Posteriormente mediante técnicas de imagen, podemos clasificar el estadio en que la lesión; unilocular, activa, inactiva o en estado transicional se encuentre.
Ante los cuidados que adicionalmente tengamos con nuestras mascotas, debemos tener presente que hasta la fecha no se cuenta con tratamientos; es más, ni siquiera en la necesidad de tratar o no la infección, ya que si bien la tasa de infección es baja, siempre estará latente. Ante ello, las evidencias actuales del mismo, se saben que son: cirugía, tratamiento percutáneo y uso de antiparasitarios.
Lo anterior, claro de la función clínica; sin embargo, lo anterior no significa que los besos entre tu perro y tú se hayan terminado, siempre y cuando no sea en tu boca, debemos tener en mente que es muy importante llevar un record, kardex y control de vacunas, así como ciclos de desparasitación para evitar que los patógenos a los que nuestras mascotas son susceptibles, en algún momento puedan hacernos daños, ya que nuestro organismo no está diseñado para combatir ciertos microorganismos.