El doctor George Gey era un visionario estadounidense que buscaba a base de múltiples estudios, encontrar alguna cura para el cáncer, él estaba seguro de que la clave se encontraría en las células humanas, por eso durante más de 30 años trató de experimentar con células de cáncer para poder estudiarlas. Probaba con tejidos cancerosos y en células de animales pero éstas tarde o temprano morían sin darle ningún resultado.
Entonces el 1 de febrero de 1951 apareció Henrietta Lacks en el Hospital John Hopkins, EEUU. La mujer afroestadounidense presentaba un tumor peculiar en el cérvix, su temor era púrpura y sangraba con facilidad. Lamentablemente, Henrietta falleció por el cáncer en 1951, pero el doctor Gey conservó sus células pues descubrió que sus éstas sí podían cultivarse, lo que había estado buscando por años lo había encontrado en el tumor de aquella mujer.
Las células fueron bautizadas por los científicos como células HeLa, en honor a las iniciales del nombre de aquella mujer. Las HeLa comenzaron a multiplicarse en los laboratorios prolíficamente, hoy sus células se encuentran por billones y han ayudado a desarrollar algunas vacunas como la vacuna contra la polio.
Para desarrollar la vacuna se requería de que el virus creciera en células humanas, los científicos usaron las células HeLa y con éxito, más tarde, se encontraban salvando a millones de personas de esta enfermedad.
Las células HeLa fueron las primeras en ser vendidas, compradas, empacadas, enviadas y distribuidas por todo el mundo. Laboratorios de diversos países utilizaron estas células para experimentar con ellas y llegar con éxito a sus objetivos.
Las HeLa no sólo ayudaron a salvar vidas, también ayudaron a que millones de laboratorios ganaran billones de dólares, sin embargo, los familiares de HeLa desconocían que las células de su ascendencia estaban generando tantos bienes.
Su familia luchó para que se reconociera al contribución de Henrietta Lacks a la investigación médica, pero fue hasta 2013 que a la familia Lacks se le confirió algunos derechos y se le permitió el acceso científico del código ADN de las células HeLa, así como algún reconocimiento por los estudios que se hagan con ellas.
Se puede considerar a Henrietta como una especie de heroína científica. “Las células que le quitaron la vida han sido la base de decenas de miles de estudios médicos en todo el mundo y sobre todos los aspectos de la ciencia biológica”, reconoce John Burn, profesor de Genética de la Universidad de Newcastle, Reino Unido.
“Fue un elemento crucial en el desarrollo de la ciencia biológica del siglo XX”, asegura el experto en Genética.