Se calcula que 7 por ciento de la población sufre o ha sufrido asma en algún momento de su vida; sin embargo, la cifra se eleva hasta 10 por ciento entre deportistas profesionales, al menos así lo señalan expertos de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) quienes consideran que las causas de esto deben buscarse en las características del entrenamiento que suele implicar sobreexposición a sustancias irritantes o con capacidad para causar asma.
Aunque el broncoespasmo inducido por el ejercicio se modula de acuerdo con la actividad deportiva, en la de resistencia como el ciclismo el porcentaje puede subir hasta el 20 por ciento, mientras que en baloncesto y futbol, por ejemplo, baja a menos del 9 por ciento.
La estrecha relación entre deporte de élite y asma se debería, según explica el neumólogo de la SEPAR, Francisco García Río, a las características de los entrenamientos y a su alta intensidad, ya que la actividad al aire libre expone al atleta a sustancias como polen, ácaros y contaminación ambiental en un momento en el que sus pulmones se hiperventilan por el esfuerzo.
Tal hiperventilación puede originar el broncoespasmo inducido por el ejercicio debido a la pérdida de humedad y temperatura de las vías aéreas, lo que, a su vez, estimularía receptores irritantes de las vías respiratorias para desencadenar su constricción.
La SEPAR ha recordado que desde que se efectuaron los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 se han realizado numerosos estudios que indican que ésta es una patología muy común entre los atletas olímpicos, pero se trata de una “forma específica” conocida como “asma inducida por ejercicio”, la cual consiste en la obstrucción de las vías respiratorias en los minutos siguientes a la actividad física.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que el principal factor de riesgo para presentar asma son las sustancias y partículas inhaladas que pueden provocar reacciones alérgicas o irritar las vías respiratorias (como ocurre en el caso de los atletas de élite).
Asimismo, el organismo ha indicado que el asma es una de las principales enfermedades no transmisibles a nivel global.
En Estados Unidos, por ejemplo, una gráfica de Statista muestra que el porcentaje de la población en general con al menos un episodio de asma en los 12 meses previos a ser encuestada se mantuvo más o menos estable entre 1997 y 2015, ya que la cifra más baja se registró en 2014 y la más alta en 2010, con 3.6 y 4.5 por ciento, respectivamente.
Al respecto, la OMS ha destacado que el padecimiento puede controlarse con medicación y reduciendo la exposición a desencadenantes, sin embargo, en el caso de los atletas de élite que deben mantener sus rutinas de entrenamiento esta última sugerencia puede ser difícil de adoptar pero, por fortuna, es posible utilizar antiinflamatorios (corticoides) o broncodilatadores permitidos por autoridades deportivas siempre que acrediten su condición respiratoria.
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