Incluso más que los géneros fantásticos y de ciencia ficción, las obras literarias cimentadas en el pasado tienen una enorme capacidad para conseguir que el lector se interne en un mundo que, aunque extraño y lejano, tiene sus raíces firmemente plantadas en la realidad. Para los amantes de la historia y la medicina, las novelas que entrelazan estos dos campos son irresistibles.
Una de estas obras es Hasday: el médico del califa. Ambientada en el año 924 en pleno apogeo de la civilización musulmana, cuando el judaísmo comienza a ganar fuerza como influencia cultural y religiosa, un joven que todavía se encuentra en plena adolescencia, recorrerá los caminos de la medicina enfrentándose a los retos y dificultades que su época le pone enfrente.
Hasday ben Shaprut es un muchacho de solo trece años, despierto, precoz y ávido de comprender el mundo que lo rodea […]. Tres son los hilos conductores de la trama: una esclava judía por la que Hasday es capaz de traicionar la confianza de su propio padre; una enconada enemistad que lo perseguirá durante toda su vida, y un libro, la valiosa copia de un antiguo compendio de medicina, el Tratado de los simples, que bien podría dar título a esta novela.
El autor de este libro es Carlos Aurensanz, veterinario por la Universidad de Zaragoza y especialista en salud pública. Un referente de la literatura española dentro del género histórico y con una fuerte relación profesional con la medicina, el escritor usa esta novela para deleitar, no solo a los practicantes de su área, sino a cualquier persona con una avidez por la lectura.
Durante esta novela, no solamente se expresan las intensas relaciones entre Hasday, la medicina y las personas que lo rodean. Es también un relato que demuestra cómo la voluntad, incluso de alguien tan joven como el protagonista, también es capaz de superar las barreras que la sociedad y la religión imponen en la búsqueda por el conocimiento.
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