Si atiendes familias y niños, entender el desarrollo normal resulta de suma importancia, pues detectar retrasos en los acontecimientos esperados puede resultar fundamental a la hora de descubrir importantes problemas de salud. Recuerda que mientras más temprana sea la intervención, mejores serán los resultados y la calidad de vida que pueda obtener nuestro pequeño paciente.
Qué debería de preocuparte
2 meses
Que un bebé no sonría, no voltee hacia los sonidos, no te siga con la mirada o que no sea capaz de levantar la cabeza cuando se encuentra boca abajo. Flacidez o hipertonicidad.
4 meses
Qué no balbucee, no ría o sonría espontáneamente, no muestre interés en interactuar, no utilice sus manos para llevar cosas a la boca o trate de agarrar algo con ellas. Que no sea capaz de mantener su cabeza sin soporte, que no use sus piernas para tratar de soportar su peso.
6 meses
No responda a emociones y no demuestre afecto, no juega, y no emita sonidos o tampoco trata de imitarte, no intenta encontrar objetos que “escondes”, no se “rueda” de su espalda a su abdomen y viceversa, no transfiere objetos de una mano a otra. Hay alteraciones en su tono muscular.
9 meses
Muchos bebés ya son expertos en movilizarse y han aprendido a balbucear mamá y papá.
Los signos de alarma incluyen un bebé que no responde a su nombre y que no le interesa el juego interactivo, no se puede sentar solo, no soporta su peso en sus piernas, no sigue con la mirada y no intenta buscar objetos, no intenta mirar a donde uno apunta y el bebé no puede apuntar a cosas que desea.
12 meses
No dice palabras, no usa gestos como sacudir la cabeza para asentar un “no”, no usa sus manos para apuntar a objetos o para saludar, no puede pararse, no puede seguir instrucciones simples, no puede jugar metiendo y sacando cosas de un lugar. Pierde habilidades que ya había obtenido previamente.
La manera en que los niños interactúan, juegan y como intentan comunicarse nos dan muchas pistas sobre la manera en que se está, o no, desarrollando. Cualquier cambio en los parámetros establecidos debe de aumentar nuestras sospechas de que algo no está bien. Es importante considerar dentro de estos parámetros el entorno emocional y social del niño, un bebé no aprende el lenguaje si no se le habla, no aprende afecto si no lo recibe, no aprende a usar su cuerpo si está aislado en una cuna todo el día.