Un buen sistema nacional de salud debe incluir, el acceso de toda la población a una atención clínica de calidad, independientemente del nivel socioeconómico al que pertenezca el paciente, un incremento en la eficiencia, la calidad y la productividad con un enfoque orientado a la cronicidad y a resolver problemas de salud a un nivel asistencial adecuado, evitando actos médicos que pongan en riesgo la seguridad de los pacientes. Para mejorar e iniciar la transformación de los sistemas de salud, es necesario identificar y enfocar los problemas de coordinación administrativa y asistencial, corregir la rigidez de las organizaciones sanitarias y aumentar los incentivos profesionales.
Pero para lograrlo es necesario el acompañamiento de un líder clínico competente y comprometido, que impulse la puesta en marcha de procedimientos que avalen la implementación clínica de los avances diagnósticos y terapéuticos y que esté centrado en la resolución personalizada de los problemas asistenciales. Al reconocer el déficit que hay en la formación en gestión clínica, tan imprescindible para garantizar la calidad de los servicios asistenciales, se debe considerar el desarrollo de competencias que permitan la puesta en marcha y la correcta explotación de sistemas de información que incluyan, de manera efectiva, una historia clínica electrónica universal, que pueda compartirse entre los diferentes niveles asistenciales; el trabajo en equipo de los profesionales de la salud implicados, con los diferentes niveles de administración sanitaria y expertos en implementación, desarrollo y auditoría de sistemas. Al mismo tiempo que se incorpora inteligencia artificial a la gestión clínica y a la toma de decisiones relacionadas con calidad asistencial y eficiencia. Una red interconectada de profesionales que ofrezca información, colabore con la toma de decisiones clínicas y participe en la ejecución de dichas decisiones. En la actualidad las redes de inteligencia artificial son una realidad dentro de la industria y las finanzas, pero aún se están abriendo camino en el sector de la salud, donde la relación directa entre los profesionales de la salud y los pacientes parece ser insustituible, pero que se acerca cada vez más a la virtualidad, adaptándose a las necesidades, sin dejar de lado la eficiencia, la calidad asistencial y la transparencia.[1]
La actual crisis sanitaria relacionada con la pandemia de la COVID-19 es la oportunidad perfecta para adaptar las organizaciones sanitarias a una gestión clínica virtual, adaptada a los recursos que faciliten la implementación de la telemedicina y a promover redes asistenciales seguras que garanticen la eficiencia y la calidad de la asistencia médica[2].
La gestión clínica en el área cardiovascular, tiene una orientación multifactorial en la que debe jugar un papel importante la organización de los diferentes tipos de procesos asistenciales, desde los más sobresalientes hasta los de más alta complejidad y de soporte. Integrando también, a los diferentes niveles asistenciales implicados.
En todo servicio de cardiología se debe disponer de un “mapa de procesos” que integre la excelencia asistencial, la docencia y la investigación, adaptada a sus características específicas. Situándose dentro de una organización sanitaria en la que estén incluidos el trabajo en red, con hospitales de diferente complejidad integrados a la atención primaria.
[1] https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7332256/
- Material dirigido solo a profesionales de la Salud
- Información realizada para profesionales de la salud en territorio colombiano
- Todo lo publicado en la plataforma es una recomendación, más no una prescripción o indicación médica
RB-M-38871