La nutrición adecuada en los primeros meses de vida es fundamental para el desarrollo físico y cognitivo de los bebés. Sin embargo, no siempre es posible recurrir a la lactancia materna, que ofrece una nutrición incomparable y beneficios ampliamente documentados para la salud del bebé y la madre. En este escenario, la fórmula infantil se presenta como una solución clave, diseñada para imitar la composición de la leche materna y proporcionar el sustento necesario cuando la lactancia no es factible.

El mercado de la fórmula infantil ha crecido exponencialmente en las últimas décadas, alcanzando un valor global estimado en 54 mil millones de dólares. Pero este crecimiento ha traído consigo debates importantes sobre las prácticas de marketing y las afirmaciones de salud que se hacen en torno a estos productos. Es común ver en el empaque de las fórmulas infantiles frases que sugieren beneficios específicos, como el apoyo al desarrollo cerebral, el fortalecimiento del sistema inmune o la mejora de la salud intestinal. Aunque estas afirmaciones están destinadas a informar a los consumidores sobre los beneficios potenciales del producto, también están sujetas a escrutinio debido a la variabilidad en los estándares regulatorios entre países.

El principal desafío radica en que las regulaciones que rigen las afirmaciones de salud y nutrición para las fórmulas infantiles no son uniformes. Aunque la intención general es la misma —asegurar que las afirmaciones estén basadas en pruebas científicas sólidas y sean veraces—, los requisitos sobre qué constituye una evidencia científica “suficiente” pueden variar considerablemente. En algunos países, los estudios observacionales pueden ser suficientes para respaldar una afirmación de salud, mientras que en otros, se requiere un conjunto más robusto de ensayos clínicos. Esta falta de armonización global genera confusión tanto para los consumidores como para los fabricantes, y pone de relieve la necesidad de establecer un enfoque regulatorio más coherente a nivel mundial.

A pesar de estas diferencias, la fórmula infantil ha demostrado ser una herramienta crucial en la salud de los bebés, especialmente cuando la lactancia no es posible. Los fabricantes han trabajado arduamente para desarrollar productos que no solo imiten la leche materna, sino que también apoyen el crecimiento óptimo y la maduración del sistema inmunológico en los primeros meses de vida. Sin embargo, aún queda camino por recorrer para equilibrar la necesidad de una fórmula segura y efectiva con afirmaciones de salud transparentes y respaldadas científicamente.

Es innegable que la fórmula infantil ha salvado y mejorado innumerables vidas. Sin embargo, también es fundamental que los consumidores tengan acceso a información precisa y basada en evidencia sobre estos productos, y que las empresas sean responsables en su marketing. Un enfoque global armonizado no solo beneficiaría a los fabricantes al simplificar las normativas, sino que también brindaría a los padres la tranquilidad de saber que están tomando decisiones informadas y seguras para la salud de sus hijos.

En última instancia, el bienestar infantil debe ser la prioridad, y para ello, es imprescindible que la ciencia, la ética y el marketing trabajen juntos en favor de una nutrición infantil segura y accesible.

Fuentes:

IQVIA

Héctor Salinas es egresado del CECC Pedregal en la Licenciatura en Marketing y Publicidad. Cuenta con más de 10 años de experiencia en la industria pharma para el desarrollo de campañas y proyectos especiales para las principales farmacéuticas a nivel mundial. Actualmente es CEO de McCANN Health – Sistemas Integrales. AN IPG Health Company, agencia líder en el ramo farmacéutico con productos y marcas que cuentan con líderes en el mercado health.