Cuando eres médico de cabecera de un paciente o hasta de una familia entera, las consultas domiciliarias pasarán a formar parte de tu rutina permanente. En muchas oportunidades te verás en la necesidad de evaluar a tu paciente directamente en su residencia.
A pesar de que esta práctica puede resultar muy enriquecedora e interesante para cualquier médico, debes tener mucho cuidado, porque si te descuidas, te verás envuelto en una dinámica agotadora y poco productiva de la que cuesta mucho escapar.
Existen muchos motivos por los que las consultas domiciliarias pueden salirse de tu control en un abrir y cerrar de ojos. Pero, en cualquier caso, el remedio para esta solución pasa por una práctica muy simple: establecer filtros para las visitas a domicilio.
Esto quiere decir que, de acuerdo al reporte que recibas sobre el paciente, decidirás si es verdaderamente necesario ir a visitarlo o no.
Filtros recomendados para decidir si asistir o no a una visita domiciliaria:
De acuerdo a la información disponible, tu propio conocimiento del paciente o tu conversación con él, puedes usar estos filtros para determinar si es necesario llevar la consulta hasta la residencia del paciente.
Motivo de la solicitud
Que el paciente nos pida acudir a su casa, no significa que sea necesario. En muchos casos, las demandas de atención médica en casa se pueden resolver con una conversación telefónica sobre los síntomas y contexto general de la salud del paciente.
Es importante mantener canales de comunicación abiertos y robustos, para que el paciente se sienta en absoluta tranquilidad si decides no asistir a la consulta.
¿Es una emergencia?
Si después de hablar con el paciente, sus familiares y conociendo su historial médico, tienes algún motivo para pensar que se trata de una emergencia, debes asumirlo con total certeza.
En estos casos es mejor que acudas a la brevedad posible.
¿Un paciente menos favorito?
Si descuidamos el aspecto ético de la profesión, podemos comenzar a caer -sin querer- en juicios personales que podrían afectar nuestras decisiones.
Tal vez puedas sentirte un poco reticente a visitar a ese paciente que no te gusta tanto atender. La verdad es que puede ser una reacción natural y completamente humana, pero si sientes que alguna vez te ha pasado esto, suéltalo de inmediato.
Evita los juicios personales
Es posible que tengas juicios personales sobre la personalidad de un paciente; tal vez lo tienes etiquetado como “paciente dramático”, lo que podría influir en tu decisión sobre si verdaderamente merece la pena visitarlo o no.
A pesar de que la intuición y experiencia como médico son variables importantes, suele ser mejor atenerse a los datos objetivos sobre la situación actual del paciente.
Cuidado con la hiperfrecuentación
Si, como médico, eres muy complaciente con las demandas de un paciente exigente, te verás envuelto en una dinámica de visitas excesivas para chequeos de control, la mayoría de ellas completamente innecesarias.
Como buen médico, también debes ayudar al paciente a fortalecer conductas que le permitan autogestionarse en caso de sentirse mal, sin necesidad de que tengas que acudir para aliviar un dolor de cabeza o síntomas menores.vis