En México, hay aproximadamente 12.7 millones de personas LGBT+; sin embargo, no todas se sienten seguras de compartir con los demás su orientación o identidad sexual. La consecuencia directa es que no se sienten con la suficiente seguridad para platicar con sus respectivos médicos. Al final eso afecta en gran medida su acceso a los servicios de salud, sostuvo Francisco Robledo Sánchez, director de ADIL Diversidad e Inclusión Laboral.
De acuerdo con el también activista, del total de personas LGBT+ del país, el 80 por ciento está fuera del closet con los amigos, el 65 por ciento con la familia, mientras que solo el 45 por ciento lo está en el lugar donde labora.
“De cada persona que tú conoces que es abiertamente LGBT+, hay al menos otra que está en el closet, porque no considera que tú seas una zona segura a quien compartírselo y, quizás, en ese momento de meterse al closet es cuando necesite tener acceso a los servicios de salud”.
Pacientes evitan acudir con un médico
Adicionalmente, esta población no acude a las instituciones públicas de atención médica cuando lo requiere, debido a que se enfrenta a actos discriminatorios por parte del personal, además de que no encuentra especialistas con la sensibilización suficiente para atenderles, añadió Alma Alonso Najera, coordinadora jurídica y de proyectos en Funsalud.
La Encuesta Nacional Sobre Discriminación por Motivos de Orientación o Identidad de Género (Endosig) 2018, del Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred), reveló que al 25.1 por ciento de la población se le negó la atención médica o medicamentos por su identidad de género. Además, por el trato que recibieron, el 76.7 por ciento experimentó incomodidad al acudir a los servicios médicos.
Cómo se debe atender a los pacientes
Alán Fonseca Pérezamador, médico, sexólogo e investigador en ADIL, señaló que para atender correctamente a los pacientes es importante conocer, primero, qué significa el acrónimo LGBTTTQA+. Después, saber cuál es el desarrollo y las dimensiones de la sexualidad de cada una de las personas.
“Cada uno tiene necesidades distintas, por lo que cada caso se debe de abordar de una manera distinta. Si no se conoce la terminología y lo que cada una de ellas significa, posiblemente se incurra en actos de discriminación y en problemas para establecer diagnósticos. Situaciones así son muy malas para la salud pública y repercuten en la calidad de vida de los pacientes”.
Añadió que todos los servicios tienen que especializarse cada cierto tiempo y hacerse más sensibles hacia todo tipo de pacientes, ya que la comunidad LGBT+ es transversal a todos los servicios y, por ejemplo, una persona gay puede ser diabética, hipertensa o tener problemas del corazón.
“Un servicio de salud amigable debe de tener un ambiente acogedor para todos y todas, que haya disposición para atender a cualquier personas sin fijarse en cómo vive su sexualidad y sus vínculos afectivos. Es importante tener esto, porque los pacientes tienen un mejor apego terapéutico con el médico, se puede establecer una mayor confianza y seguridad en el hospital, además de que se disminuyen los niveles de ansiedad y estigma”.
Por su parte, Akiko Bonilla, terapeuta y conferencista enfocada en género y sexualidad de ADIL, sostuvo que las situaciones que vive la población LGBT+ en sus entornos familiares, sociales, de trabajo y en sus comunidades, lastiman y transgreden su derecho a tener salud integral, y esto abarca la salud sexual.