“Tienes letra de doctor” es frase que generalmente se usa para bromear, haciendo alusión a la pésima caligrafía que generalmente tienen los médicos; sin embargo, esto no siempre resulta buen chiste, pues existen casos en que las ininteligibles palabras escritas en las recetas médicas han cobrado la vida de personas.
En la Revista de Osteoporosis y Metabolismo Mineral (vol.6 no.4 Madrid nov.-dic. 2014) Robaina Bordón y cols. citan dos casos con desenlace fatal:
1. Un médico pagó indemnización de 225 mil dólares a la familia de un paciente que falleció por infarto al miocardio porque el farmacéutico interpretó Plendil (felodipino), antagonista del calcio utilizado en el tratamiento de hipertensión (cuya dosis máxima es 10 mg/día), en lugar de Isordil (dinitrato de isosorbide), el cual había sido indicado en dosis de 20 mg diarios.
2. Una mujer de 65 años de edad a quien se le realizó reemplazo de la válvula mitral debía tomar Coumadin, pero la ilegible receta médica ocasionó que el farmacéutico entregara Famodin. La falta del medicamento indicado derivó en trombosis mitral y nueva intervención quirúrgica para extraer multitud de trombos de la aurícula izquierda y de la válvula protésica. Durante la operación la paciente sufrió bradicardia, requirió marcapasos y, tras hipotensión severa, falleció.
El artículo de Bordón señala que en este caso, a fin de establecer responsabilidades, se llevó a cabo un estudio para tratar de evaluar la legibilidad de la receta médica que fue remitida a 113 farmacéuticos, de los cuales, solamente el 70.8 por ciento logró interpretarla correctamente.
Tras plantear este panorama, “tener letra de doctor” no resulta gracioso, ya que pacientes y farmacéuticos pueden no entender las indicaciones médicas, lo que trae resultados devastadores.
A fin de que esto no ocurra más, considera:
- Escribir lo más claro posible. Dedica un par de minutos extra a esta labor y evita problemas éticos y sanitarios.
- Confirma a tu paciente lo que has escrito. Explícale a qué se refiere cada indicación. Asegúrate que reconoce el nombre de los medicamentos y las dosis que has establecido y, sobre todo, adviértele de la importancia de no cambiar ninguna medicina por otra “igual” o “parecida”.
- Descansa entre consultas. El cansancio puede ser motivo de la mala caligrafía del médico. Recuerda que eres humano y también necesitas descansar.