A futuro, las enfermedades neurodegenerativas son de los retos más grandes del sector salud. No solo no tienen todavía una cura definitiva. También hay condiciones, como el Alzheimer, que simplemente no se entienden del todo. Uno de los factores de riesgo es la contaminación. Para la Ciudad de México (CDMX), con una calidad de aire tan deplorable, este desafío es significativo.
Una nueva investigación internacional fue publicada en el Journal of Alzheimer’s Disease. En ella, no solo sale a relucir que la contaminación de la CDMX es de las peores del mundo. También, se expone que su concentración de materia particulada fina (PM 2.5) está por encima de los estándares. A su vez, ello incrementa el riesgo de padecer esta enfermedad neurodegenerativa.
CDMX, un ejemplo a nivel mundial sobre el Alzheimer
El estudio fue liderado por la Universidad de Montana. Sin embargo, también contó con la participación de expertos de México y Alemania. Su autora líder, Lilian Calderón-Garcidueñas, ya había adelantado parte de sus descubrimientos en agosto. Sin embargo, hasta ahora se pudieron presentar los resultados sobre el Alzheimer y la contaminación en CDMX ante la comunidad científica.
Para sus hallazgos, Calderón-Garcidueñas y su equipo contaron con 507 participantes. Entre los pacientes se contaban niños, adolescentes y jóvenes adultos. A cada uno se le extrajo una muestra de líquido cefalorraquídeo. Luego, se compararon algunos biomarcadores representativos de Alzheimer entre el grupo de la CDMX y de habitantes de ciudades con bajos contaminantes.
Descubrieron que en el grupo capitalino, había un mayor nivel de deterioro neuronal. Este daño incrementaba rápidamente con la edad. Por lo tanto, se concluyó que la contaminación aumenta significativamente el riesgo de Alzheimer. Incluso, desde los primeros 20 años de vida. También se identificó un mayor nivel de neuroinflamación entre los pacientes originarios de la CDMX.
Los expertos apuntan que, por un aumento de 4.34 microgramos de PM 2.5 por metro cúbico, el riesgo de Alzheimer aumenta en 138 por ciento. Calderón-Garcidueñas apuntó que sus hallazgos remarcan la importancia de establecer condiciones de protección para los jóvenes. De lo contrario, afirmó, niños y adolescentes podrían sufrir, sin saberlo, una desventaja significativa en su salud.