Muchos individuos desean ser padres. Sin embargo, tener un hijo es una tarea muy compleja. De inicio, se tienen que evitar a toda costa errores o equivocaciones los primeros días de vida. Luego, se debe cuidar de un individuo indefenso durante muchos años. Todas estas responsabilidades significan, lógicamente, una presión adicional a las personas. Pero su magnitud no siempre es igual.
De hecho, tener un segundo hijo sería mucho más desgastante mentalmente. Así lo afirma una investigación publicada en el Journal of Marriage and Family. Sus datos apuntan que la tensión causada por estos bebés sería más grande que la provocada por el primogénito u otros niños posteriores. Además, los efectos no disminuirían con el tiempo y parecen afectar a ambos padres por igual.
Segundo hijo, ¿una maldición disfrazada?
Los responsables del hallazgo compartieron sus reflexiones en el The Conversation. Sus conclusiones se basaron en una muestra de 20 mil pacientes australianos. Los datos son de la Encuesta de Dinámica del Hogar, Ingresos y Trabajo de Australia (HILDA). Compararon el impacto de tener un hijo o más en la presión de tiempo y salud mental de los padres.
Se teorizó que un segundo hijo debería ser menos frustrante para los padres. En lugar de agregar un nuevo rol (el parental) a la vida de los pacientes, solo aumenta sus requisitos. Además, creían que su impacto sería muy similar al de tener todavía más bebés en el futuro. Ambas hipótesis se probaron erróneas, en especial en cuanto a salud mental. Las más afectadas de son las madres.
El segundo hijo intensifica la percepción de la madre al respecto de la presión de tiempo. Vimos también el caso de mujeres que no tienen horarios tan apretados tras su segundo embarazo. En ellas, de hecho su salud mental tiende a mejorar con la maternidad. En el caso de los padres, su estado psicológico mejora con el primogénito, pero se reduce con el siguiente bebé. Sin embargo, comparados con sus parejas, los efectos de hecho tienden a reducirse con el tiempo.
Los investigadores apuntan que, para resolver estos retos, los padres deberían asumir un rol más activo en el cuidado del segundo hijo. Apuntaron que el enfoque debería apoyarse en políticas públicas y recomendaciones médicas. Los resultados de los expertos, aunque reveladores, podrían no ser iguales en otros países. Incluso, podrían potenciarse (o disminuirse) en ciertos contextos.