Hoy celebramos un aniversario más del inicio del movimiento armado y social que terminó con tres siglos de dominio español en nuestro territorio.
Sin embargo, durante la Guerra de Independencia, los Insurgentes y la mayor parte de la población de nuestro país libraron otra batalla contra las epidemias.
Algunas enfermedades fueron un efecto directo de la guerra ya que los movimientos de tropas, los desplazamientos de grupos civiles, el hacinamiento, el hambre, la pérdida de hogares y los malos hábitos higiénicos hicieron más vulnerables los organismos de las personas.
Enfermedades más devastadoras que un ejercito
Existen registros de que en el año 1813, entre junio y julio, los entierros en la Ciudad de México aumentaron hasta 17 mil 267 a causa de las “fiebres misteriosas”, lo que representaba el 10% de la población de aquél entonces. Al siguiente año, esa cantidad aumentó a 20 mil 385.
La Dra. Ana María Carrillo, historiadora del Departamento de Salud Pública de la UNAM, menciona que enfermedades como la tifo afectaron a una gran parte de la población durante la época de la Independencia: Esta enfermedad dejó serias secuelas; ya está totalmente erradicada en México. Pero de 1781 a 1833 diversas enfermedades como la diarrea, la viruela, la tifo y la fiebre amarilla causaron grandes catástrofes. A esto se añade la hambruna, la miseria y la peste que imperaban en esos años”.
“La fiebre amarilla es transmitida por el mosquito Aëdes aegypti. Esta enfermedad ya no existe actualmente en nuestro país, pero aún sigue pendiente erradicar el dengue simple y el hemorrágico”, indica la experta.
Las secuelas de la tuberculosis
María Carrillo menciona que otra enfermedad que también causó grandes estragos en la sociedad durante la época colonial fue la tuberculosis. ”En el siglo XVIII la población del país aumentó considerablemente, lo que provocó cambios en la urbanización de la ciudad. El crecimiento de las ciudades y el desinterés de las autoridades propició que las calles, las fuentes, el interior de las viviendas, los manantiales y los lugares de trabajo se convirtieran en focos de infección”, explicó la especialista.