En julio del 2018, la Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una resolución histórica. El organismo agregó la adicción a los videojuegos a su Clasificación Internacional de Enfermedades. Ahí, se le listó como un trastorno mental. Este movimiento generó significativo malestar. No solo entre el público y representantes de la industria, sino también entre especialistas del sector salud.
Sin embargo, las hostilidades podrían reducirse en el corto plazo. Con un comunicado, la Asociación de Software de Entretenimiento (ESA) confirmó una reunión con la OMS. El encuentro habría ocurrido en Geneva el mes pasado. El presidente de la organización de videojuegos, Stanley Pierre-Louis, señaló que se “intercambiaron visiones” sobre el problema.
Reunirnos con la OMS nos permitió conversar sobre el impacto positivo que los videojuegos tienen en la vida de 2 mil 600 millones de usuarios en todo el mundo. Creemos que es necesario continuar con el debate y la educación antes de finalizar cualquier clasificación. Esperamos que, con un diálogo continuo, podamos ayudar a la Organización. En específico, evitar que realice una acción apresurada, que cometa errores que tomen años solo para poder corregirlos.
Definiciones para la adicción de videojuegos
La OMS delimitó la adicción a los videojuegos como cuando este entretenimiento “toma el control de la vida de los pacientes, por un año o más, en detrimento de otras actividades”. También la caracterizó como un creciente uso de estos elementos “a pesar de las consecuencias negativas”. Vladimir Poznyak, miembro de la OMS que impulsó este cambio, explicó sobre su propuesta:
Con este cambio [a la Clasificación Internacional de Enfermedades] queremos crear precedente. Nuestro objetivo es que los profesionales de la salud y los sistemas sanitarios en general estén enterados de esta condición. Así, podrán detectar su existencia a tiempo. Solo de esta forma se le puede brindar la atención necesaria y oportuna a los pacientes [con una adicción a los videojuegos].
Se espera que los países suscritos a la OMS empiecen a proporcionar datos sobre el uso de videojuegos entre su población a partir de 2022. Así, la Organización podría incluir esta forma de entretenimiento en sus estadísticas de salud global. La ESA teme que la nueva clasificación afecte la atención médica. Específicamente, que los especialistas en trastornos mentales no puedan prestar sus servicios a los pacientes que realmente los necesitan.