¿Los pacientes en estado de coma son capaces de percibir lo que ocurre a su alrededor? Esta fue la pregunta que el neurólogo canadiense Adrian Owen, se hace en su libro ‘En la zona gris’.
El su obra, el experto del Instituto del Cerebro y la Mente de la Universidad Occidental de Ontario, relata el caso de Scott Routley, un físico de la Universidad de Waterloo, Canadá, que sufrió severos daños cerebrales a causa de un accidente vehicular.
Este acontecimiento dejó a Scott Routley en estado vegetativo durante 14 años, hasta que murió en el 2013. Sin embargo, a diferencia de la mayoría de los pacientes con estas características, el físico fue el primero que consiguió comunicarse con su médicos a través de resonancias magnéticas.
“Scott fue capaz de decir que no sentía dolor a pesar de estar encerrado dentro de su propio cuerpo”, relata el neurólogo canadiense.
El experto de la Universidad Occidental de Ontario, menciona que el paciente en cuestión fue admitido en el hospital en un estado de inconsciencia. “En pocas horas su puntuación en la escala de coma de Glasgow cayó rápidamente hasta que los médicos concluyeron que estaba en estado vegetativo”.
Así transcurrieron 12 años de la vida de Routley, quien por lo general estuvo acompañado de sus padres, Anne y Jim, quienes afirmaban que todavía había algo de conciencia en él. “Cuando escuchaba la ópera de Los Miserables, su cara era más expresiva”.
“Había visto este escenario muchas veces a lo largo de los años. Una familia está convencida de que la persona que ama es consciente, a pesar de la ausencia de cualquier evidencia clínica para apoyarlo”, cuenta Owen en su libro.
Y fue en esta parte de la historia que el neurólogo decidió estudiar el cerebro de Routley con ayuda de la resonancia magnética, una herramienta que permite detectar la actividad cerebral relacionada con pensamiento, sentimientos e intenciones. Las áreas más activas reciben mayor oxigenación y la resonancia magnética puede mostrar específicamente dónde están ocurriendo.
Resultados sorprendentes
“Mientras Scott estaba en el escáner, mi colega, Davinia Fernández-Espejo, y yo, pasamos por la rutina que habíamos desarrollado para determinar si los pacientes en la zona gris eran conscientes o no de lo que les estábamos diciendo”, continúa Owen.
Como parte del estudio, Adrian Owen y su colega dijeron a Routley que imaginara que estaba jugando tenis, pues la visualización activa una parte del cerebro conocida como la corteza premotora. “Si esta zona se activa quiere decir que el paciente está consciente, lo que sucedió con Routley”.
Para comprobar este primer resultado, los expertos pidieron al paciente que imaginara que estaba caminando alrededor de su casa, lo que, en teoría, debía activar el giro parahipocampal, otra parte del cerebro. De nuevo, se activó esta parte del cerebro.
“El cerebro de Scott respondió, demostrando que estaba allí, dentro, haciendo exactamente lo que le pidieron. La familia de Scott tenía razón. Era consciente de lo que estaba sucediendo a su alrededor”, continúa Owen en su relato publicado en The Guardian.
¿Scott sentía dolor?
Hacerse esta pregunta no fue sencillo, dijo Owen, sobre todo cuando la madre de Routley se encontraba a su lado. Si respondía que sí, esto significaba que llevaba 12 años sufriendo dentro de su propio cuerpo. “Me gustaría preguntarle a Scott si tiene dolor, pero me gustaría tener su permiso”, le dijo Owen a Anne. A lo que ella respondió: “Deja que Scott te lo diga”.
“Íbamos a empujar la ciencia de la zona gris al siguiente nivel”, explica Owen. De esta forma, le pidió a Scott que si no sentía ningún dolor imaginara que estaba jugando tenis.
Lo que el neurólogo vio fue sorprendente: manchas rojas brillantes empezaron a aparecer en la zona del cerebro que esperaban: Routley afirmó que no sentía dolor.
El avance del doctor Owen y Scott Routley, quien falleció dos años después, no fue sólo un logro científico, sino que ofreció algunas claves para descifrar cómo tratar a estos pacientes.
El relato completo de cómo el doctor Owen ha estudiado este fenómeno será publicado en su libro En la zona gris, esta semana por Guardian Faber.