Dentro de la carrera de Medicina existe una gran cantidad que se debe de aprender a lo largo de la parte formativa. Por eso no es de extrañar que se necesiten más años que en el resto de carreras. Aunque al mismo tiempo, también existen aspectos que no siempre se mencionan dentro de las aulas de clases. En especial son los relacionados con la manera de relacionarse con los pacientes. Debido a que cada uno es único y diferente al resto, no se puede establecer una atención estándar.
Por lo anterior, es a través de la práctica que se puede definir la forma más adecuada de atender a cierto tipo de pacientes. Una relación basada en la confianza es fundamental para lograr los mejores resultados posibles. Además no sólo requieren recibir un diagnóstico sino una atención con empatía y humanismo para que se sientan identificados con tu trabajo.
¿Ser o no amigo de los pacientes?
A propósito de que cada 30 de julio se conmemora el Día Internacional de la Amistad, una pregunta frecuente dentro del gremio de la salud es si resulta conveniente ser “amigo” de los pacientes. A la fecha es una situación que algunos apoyan y otros se oponen por las consecuencias que se pueden presentar.
En primer lugar, es real que los médicos deben evitar ser fríos e indiferentes con sus pacientes porque eso puede llegar a causar incomodidad. Inclusive tiene una relación directa con los resultados de los tratamientos. Siempre se debe de tener claro que al consultorio acuden personas y no máquinas, por lo que ofrecer un trato humanitario es fundamental.
Por otra parte, el rebasar los límites de la amistad puede afectar el profesionalismo del médico, en especial en los casos en que se deben transmitir malas noticias o resultados no favorables. Si algunas vez has tenido que informar acerca de enfermedades mortales como cáncer a tus pacientes sabes que resulta demasiado complicado hacerlo. Si aparte se trata de amigos o personas con las que has formado una fuerte amistad, resulta todavía más difícil hacerlo.
Por todo lo anterior, lo ideal es encontrar un punto medio en el que siempre trates con respeto a tus pacientes. A su vez, debes de establecer ciertos límites y dejar en claro que debe prevalecer una relación profesional. En caso de no conseguirlo te puedes encariñar demasiado con ellos y al final eso puede ser contraproducente para ti.