Hace ya más de un año que estalló la pandemia provocada por la COVID19 en la ciudad china de Wuhan. Desde dicha ciudad, se informó el 31 de diciembre de 2019 a la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre un grupo de 27 casos de neumonía de etiología desconocida, en personas relacionadas con un mercado mayorista de marisco, pescado y animales vivos, incluyendo siete casos graves. Desde entonces, el coronavirus se ha visto imparable hasta lograr llegar a cualquier rincón del planeta.
Fue el 11 de marzo cuando Tedros Adhanom, director general de la OMS, declaró la pandemia provocada por la COVID19 que hoy en día seguimos viviendo y frenando en la actualidad. Al principio de la pandemia, todo eran dudas y no sabíamos cómo actuar para frenar la expansión de virus, llegando a ser la mejor solución el confinamiento en casa que se experimentó en la gran mayoría de países en todo el mundo.
En inicios de la COVID19 se observó una inexistencia de estos equipos de protección personal
En sus inicios, desde la OMS explicaron que había una serie de medidas para intentar frenar la expansión de la COVID19 como el lavado frecuente de manos; evitar tocarse la nariz, ojos y la boca; toser y/o estornudar en la flexión del codo o en un pañuelo y desecharlo de forma inmediata, ponerse cubrebocas y mantener la distancia de seguridad de 1,5 metros.
Estas recomendaciones eran para la población general. Pero, por parte del personal sanitario que atiende a los pacientes con COVID19, también se incluía el uso apropiado de EPI’s, unas siglas que hacen referencia los Equipos de Protección Individual y que, de ser unos auténticos desconocidos, lograron ser uno de los principales protagonistas en los inicios de la pandemia.
Durante las primeras semanas de la pandemia provocada por la COVID19, se pudo observar una inexistencia de estos equipos de protección personal. Era normal la imagen de ver a los médicos y sanitarios fabricándose sus propias batas médicas con bolsas de basura y también fabricándose sus propios cubrebocas.
Pero, ¿quiénes eran los que tenían que llevar EPIs a la hora de hacer frente a su trabajo? Básicamente, se estableció que se debería contar con un equipo de protección personal quien se tuviera que enfrentar a estas situaciones: al tomar muestras clínicas del coronavirus; al atender o trasladar a pacientes en investigación o al acceder a la habitación de aislamiento.
Bata, mascarilla, guantes y protección ocular conforman los equipos de protección personal
En cuanto al equipamiento con el que se debería contar, este está formado por bata impermeable; mascarilla autofiltrante FFP2 o media máscara provista con filtro contra partículas P2; guantes y protección ocular de montura integral.
Lo que está claro es que estos EPI’s se han convertido ya en un imprescindible en cualquier centro sanitario. Aunque al principio de la pandemia había escasez, como ya hemos comentado, es cierto que, en la actualidad, las reservas globales de estos equipos son suficientes y todos los profesionales de la salud pueden contar con su propio EPI.
Sobre todo, lo que está claro es que se ha experimentado una gran demanda global en estos equipos de protección personal a nivel mundial. Aunque, es cierto que se podría siempre controlar el suministro de estos por parte de la sociedad, sobre todo evitando el acaparamiento y acopio, así como utlizándolos de forma adecuada y coordinando la cadena de suministro de EPI’s tras la pandemia por la COVID19, para así no tener que experimentar situaciones como las que vivimos en los inicios de la pandemia.
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